17.12.12

Pequeña aproximación a la muerte / +297


He pensado mucho en este post, en cómo empezarlo, cómo llamarlo, cómo lidiar con un escrito que en algún momento tenía que hacer.

La muerte propia, la que me mira a lo lejos, y a veces se acerca a susurrarme al oído, aquella que me dio la mano unos días, una vez, y que miro por el rabillo del ojo, con esta muerte sé lidiar, sé qué hacer, vivo con ella, estoy preparado, tengo la certeza de que llegará algún día, tarde o temprano.
Ella no es el problema.
El problema es la muerte ajena, aquella que les llega a los demás, a los que están a mi alrededor, con ésta no sé qué hacer, no sé cómo actuar, me bloquea, me hace sentir impotente y pequeño.
La muerte ajena, siempre es injusta, no importa de quién se trate o la causa, quizá por causas naturales (vejez) sea más fácil de comprender y sobrellevar. Pero siempre nos golpea de alguna manera.
Hace poco murió una persona que me había ayudado cuando yo lo pasé mal en el hospital, una persona que llevaba mucho tiempo luchando, nunca la conocí en persona, y por lo poco que pude interactuar con ella, siempre a distancia, era una mujer grande, enorme, y que no lo merecía.
La conocí por medio de  alguien a quién por una cosa u otra, o sólo por no saber cómo, vergüenza quizá, no he llegado a conocer todo lo que debía, pero espero poder remediarlo. 
También alguien muy cercano, una muy buena amiga, está pasando un mal momento, por la pérdida de un familiar, y no sé cómo actuar.
No ha sido justo, nunca es justo.
 Yo siempre he tenido una visión muy pragmática de la muerte, como ya he dicho antes, vivo con ella, con la incertidumbre y la certeza a la vez, una relación extraña,  no le tengo miedo, no me bloquea, ni me hace vivir de manera diferente, sólo está ahí, como una sombra.
Pero no es hasta hace bien poco que me he dado cuenta de que mi visión tan pragmática, tan racional, sólo la puedo aplicar a aquella que camina conmigo, no a las que sufren los demás, porque cada uno cargamos con nuestra propia idea, nuestra única manera de sentirla y de vivirla.
Y en lo que a comprender a los demás en este tema se refiere, mi sentido de la empatía se bloquea totalmente, por puro miedo, por el dolor que la otra persona sufre, porque me hace mirar a la cara a algo que sé que está ahí pero que no suelo mirar, porque no quiero herir más a la persona diciendo algo estúpido, porque no lo entiendo, porque es algo incontrolable, y porque no sé qué hacer.

La muerte es algo sin duda inevitable, algo que a todos nos llegará, y en nuestro fuero interno creo que todos, o casi todos, estamos preparados. Lo que supongo es que a vosotros, como a mí, os cuesta mucho mas aceptar y entender la muerte de los demás.

Sobre todo si es inesperada, antinatural e injusta.

3.12.12

Procrastinar es de cobardes. / +283



La pila es ese momento en el que de pronto te entra muchísimo trabajo de golpe.
La losa es ese peso increíble en tu espalda en el que el trabajo se convierte.
Procrastiinar es lo que haces cuando eres un cobarde que no sabe afrontar de una manera racional "la pila" y "la losa".
He empezado el Proyecto de Final de Carrera, o lo que es lo mismo, "el final de mi vida tal y como la conocemos". 
Además tengo que ponerme al día con tipografía, y hacer un par de trabajos para otra asignatura, todo muy divertido, sin dejar de lado mi trabajo en Espiritu23, y las ofertas de curro que salen, y aquí ya es donde todo esto se convierte en una fiesta.
Pero por ahora va bien.
Arrastro el cansancio típico de mi condición, y a su vez el ansia, las ganas, la impaciencia, la mala leche, la desorientación y el subidón de ver que aunque vaya de víctima por el mundo "que si tengo mucho curro", "que si que horror todo", "que si el cielo se cae en pedazos", el curro va saliendo, poco a poco, se va haciendo y  cada vez mejor.
Recupero poco a poco rutinas de lectura y resumen, de análisis, de montaje, de trabajo en general. Y aunque tenga el cerebro como una pasa por la quimioterapia, noto como se va poniendo en marcha cada vez más rápido.
El frío ayuda, no sé explicarlo, pero ayuda. No es por el rollo de que haya menos días de "que buen día hace, vamos a la calle", es algo más, algo menos lúdico y mas atmosférico. 
Suena a pijada, pero oye, cada uno lo vive como puede.
Me encanta notar los dedos fríos escribiendo en el teclado, salir a la calle a pasear para tomar aire metido en mi abrigo enorme, con la bufanda y un gorro.
Me gusta irme a un bar a leer con un café caliente y ver como la gente (sobre todo las mujeres) entran y se van quitando capas de ropa hasta ver cómo van vestidas realmente.
Y la nieve… cómo echo de menos la nieve. (Menos cuando se convierte en barro gris, ahí ya no es tan idílico todo)

Voy poco a poco filtrando y terminando cosas, leyendo y enterandome de lo que leo, editando con algo más de agilidad, y teniendo más ganas de todo.
Lo que pasa es que cuando no me arrastro, corro, y eso es lo malo, que hoy por hoy, no tengo punto medio.

Como un pollo sin cabeza, así, todo el día.

21.11.12

Alta velocidad Española. / +271


Vuelvo al tren, después mucho tiempo pudiendo viajar sólo en coche. Un paso más cerca del avión, un salto más cerca del extranjero.
Sensaciones extrañas, de nerviosismo y familiaridad, de libertad, en cierto modo.
La retirada de los corticoides, el encierro en casa por el catarro, el no poder tener una vida normal, estar atado a una mascarilla, depender para todo de mis padres, me estaba matando, necesitaba por lo menos romper alguna de estas cosas.
Y la más fácil es siempre salir echando ostias de casa unos días, ver a los amigos que pueda, comenzar la escuela, hacer algo de curro.
Voy a pasearme Barcelona de arriba a abajo, todo lo que la lluvia me permita. Van a ser 10 días intensos, cosas que hacer, gente que ver, no será suficiente, como nunca lo es, pero ahí estará.
Veo hileras de arboles que empiezan a amarillerar por la copa, campos labrados, ya hemos pasado Zaragoza, y el cielo está jodidademente precioso.
Nubes grises, claros, rayos de sol que parecen sólidos, que se clavan en el suelo. 
En mi escuela se dice que "todos los que trabajan en moda creen que el mundo es una pasarela, y todos los de video os creéis que estáis en un videoclip". 
Lo de la gente de moda, está claro, lo de los de video, sólo cuando los elementos se combinan para ello, como ahora.
Resulta extraño que la cadencia del tren, de los postes que pasan, el cambio de luminosidad, de paisaje, de color, del verde al naranja, tierra o gris, rezume una melodía y un ritmo tan claros, tan contundentes, todo tan bien editado que parece que es un plano secuencia, ni me he dado cuenta de que he ido a mear a mitad de post, en planos cortos. Cremallera, chorra, chorro, cremallera, cadena, limpieza de manos, ordenador, paisaje, musicón.
El paisaje se va industrializando, y surgen fábricas entre hileras perfectas de Olmos que cada vez están más amarillos. El cielo se cubre, entramos en una zona brumosa, la verdad es que lo he clavado con la lista de reproducción.
A mi derecha una mujer se ha dormido y su barbilla se ha fusionado con sus tetas, no se cómo puede respirar con semejante apretón pectoral que debe llevar para tenerlas así de altas a su edad, la lencería (cirujía) hace milagros estos días supongo. En el asiento de delante un hombre lee La sin-Razón, no entiendo nada, como siempre que le echo un ojo a La Razón, aunque no entiendo nada de ningún periódico estos días.
De pronto el cielo se ha cerrado, entre grises y blancos, y en el suelo sólo arboles, verde oscuro, casi marrón, de hoja perenne, y empieza a llover.

Y yo a cansarme y querer leer un maravilloso libro de Errata Naturae sobre videojuegos que haga despertar el friki que hay en mi.
Si es que hace falta despertado.

29.10.12

COMUNICADO IMPORTANTE.



Alberto Canalejo, tiene 4 años y a los 15 meses le diagnosticaron Leucemia. Recayó, y a los 5 meses de hacerle un trasplante de médula osea volvió a recaer. Los médicos le mandaron para casa, ya sin ningún tratamiento que pudiera ayudarlo. Sus familiares se informaron y se dieron cuenta que había un ensayo en Alemania, pero no entraba por seguridad social, de modo que lo tenían que pagar. El tratamiento tiene un coste de 65.000 euros. Estudiando el caso de Alberto, han aprobado el ensayo esta semana, y debido a la grave situación de salud en la que se encuentra el pequeño, le tienen que hacer el tratamiento esta semana siguiente, de modo que este martes deberían reunir los 65.000 euros sin falta para dar a Albertito la oportunidad de probar con este tratamiento. 
Sus familiares han creado un grupo en facebook donde piden a gritos un ingreso a una cuenta bancaria del BBVA especialmente hecha para la ocasión donde la gente pueda ingresar el dinero que buenamente pueda. Sean 5, 10, 100 euros o lo que se pueda. Necesitan este dinero para mañana martes 30 de octubre, de modo que como mucho hoy lunes se debería hacer un ingreso (no transferencia, ya que no se llegaría a tiempo) al número de cuenta siguiente: 

0182-1204-600201598431 del Banco BBVA. 

Nombre del Beneficiario: Alberto Canalejo

POR FAVOR, TIRAOS EL ROLLO QUE ESTO ES IMPORTANTE.

Bienvenidos al festival del moco, la tos, y el ojo lloroso. / +249


Se oye una tos a lo lejos, una de esas toses pesadas, cargadas. Una tos sólida, que arranca partes de unos bronquios infectos.
El sonido inequivoco de la enfermedad, de la proximidad de un posible ingreso hospitalario.
Asomo la cabeza desde mi cuarto, veo cruzar el pasillo a mi madre, oigo otra tos, me deslizo fuera de mi refugio seguro, con cuidado, intentando ver los gérmenes que sobrevuelan la casa. No los veo, pero sé que están ahí.
Mi madre está enferma, un catarro tonto, yo estoy empezando a toser. Se disparan las alarmas.
Pasan dos días, mi nariz se ha convertido en un grifo, parece que no hay limite de producción mucosa, gasto pañuelos de papel, y sufro por el Amazonas. 
Llamo a mi médico.
-Doctor, estoy tosiendo, no tengo fiebre, mi madre arrancaba partes de su pulmón, la hemos echado de casa, yo no tengo flemas pero toso.
-Bueno, si te notas febril, tienes flemas, o te cuesta respirar te vienes al hospital. Debes tener el virus que tenía tu madre hace tres días. Bebe mucho líquido y descansa.
Empieza la cuarentena. 
Mi madre se ha ido a casa de su madre, a sufrir en una cama dura como una piedra, yo me convierto en una especie de ser envuelto en una manta fusionado con una taza de te caliente y una botella de agua del tiempo. 
Salir poco o nada de casa (menudo coñazo), perspectiva de hospital si la cosa empeora, y con la visita de una amiga de Barna a la que tengo muchísimas ganas de ver.
Pasan los días, mucha leche con miel, muy abrigado siempre, y llega Ari, con suerte estoy mejor, y los dos días que pasa aquí van bien, pero en el momento en el que se va, la tos vuelve, los mocos me ahogan, aún no hay fiebre.
Mi madre sigue en cuarentena.
Lunes, vuelvo a trabajar, no paro de toser. Llamo al médico de nuevo.
-Hola Doctor, soy Manu, sigo tosiendo un poco mas que antes, aún sin fiebre, ni flema ni problemas para respirar, puedo tomar algo para la tos.
-Mira, vente mañana al hospital por la mañana y te echo un vistazo, y a ver que hacemos.
-Pero ¿supondrá ingreso?.
-No hombre, si no tienes fiebre, ni te está costando respirar no.

Sospecho que me dirijo de cabeza a una trampa, que entraré y no saldré, que me va a secuestrar. 
Y así empezamos la semana, con la paranoia y la tos.
Dándole duro a todo
A tope.

23.10.12

Pedalea. /+243


He vuelto a poder montar en bici (con un aparatoso casco por prescripción médica).
Mis pies han vuelto a empujar los pedales de Irina, con poca fuerza, mis piernas no son lo que eran, pero con decisión.
He recuperado las sensaciones que se tienen al montar en bici, he recuperado un trocito de libertad.
Me he dado cuenta de lo libertador que es montar en bicicleta, teniendo en cuenta que en este país cuando sales con la bici a la calle en una gran ciudad es como saltar a un estaque lleno de tiburones, o nadas/pedaleas con decisión, o el primer taxista estresado que te cruces se te lleva por delante.
La libertad de la que os hablo no es sólo por la movilidad, ir dónde quieras, dejar la bici bien candada en cualquier sitio y disfrutar del paseo casi siempre. Es una libertad también sensorial, casi casi, si nos flipamos en plan hippie new age, es una libertad espiritual.
Cuando vas en bici, al menos en mi caso, sólo escuchas tu respiración, el tráfico de la ciudad, los crujidos del pedalier, la gente. No hay música en la radio, no hay móvil, y con eso tampoco hay Twitter o FB o cualquier otra mierda, estás solo, en camino a algún lugar, solo con tu bici frente a toda una ciudad. 
Impagable.
He pedaleado por ciudades con caracteres tremendamente diferentes. Madrid, una ciudad agresiva, emocionante, peligrosa. Barcelona, cómoda pero engañosa, agradable pero con muy mala leche a veces. Alcalá de Henares, casi un suicido, una ciudad donde nadie piensa en ti como ciclista, pero que se deja hacer con la práctica. Berlín, una especie de enorme jardín de juegos, con algo de peligro pero con mucho respeto y Ámsterdam, el puto paraíso, ahí sólo peleas con otras bicis por el espacio, pero si pesas 100 kg y mides 1,94, es probable que camines cómodo sobre tus dos ruedas.
He subido y bajado montañas, y en el campo la experiencia es totalmente diferente, ahí sí que estás solo, con tus límites, con el camino o el descenso, el peligro lo pones casi siempre tú, con la velocidad o la ruta que escojas, eso es otro rollo, yo aquí hablo de ciclismo urbano.

Como ciclista me queda todo un universo por delante, no soy ni siquiera un usuario amateur, y mi amor por la bici es más como aquel pardillo de instituto que mira de lejos a la preciosa jefa de animadoras, un día me atreveré a hablar con ella y meterme de lleno en su cama, por ahora, picoteo poco a poco migajas que consigo, momentos de libertad, de subidón con Irina, una bicicleta maravillosa de piñón fijo que parte de una Koga Miyata de carretera de los años 60, negra y cromo, alta, esbelta. Toda una preciosidad, o eso me parece a mí, aunque esté algo hecha polvo, cada vez que subo a ella, no hay una bici mejor.

Después de un año de cama, de paredes blancas, de estatismo en mi vida, de una lucha pasiva por sobrevivir, agarrar el manillar de cuerno de cabra con correa de cuero, meter los pies en las cinchas y notar como el juego de plato y piñón responde a la fuerza impresa por mis aún tímidos cuádriceps, amigos, es una sensación que me cuesta poner en palabras.

No existe la lluvia, ni el frío, ni la nieve, ni el sol. Sólo existimos Irina y yo. 

17.10.12

This, fire, grows, high. / +237


(estoy con una lista de Spotify You Are A Tourist si veis frases por el texto que no concuerdan, es porque me ha dado un poco la gana de meterlas.)

Casi un mes sin escribir nada, un mes de despiporre, descontrol y "malquedismo" por mi parte, una desfachatez, el horror.
Han pasado cosas, tanto dentro del ambiente familiar, bodorrios sin control, como fuera del mismo, "hay que españolizar a los catalanes" -claro que sí, señor ministro, ¡olé tus huevos!-. Luego entro en estos temas que me tocan por muchos sitios, muchas partes de mi fisionomía que no voy a nombrar en este momento.

"Sólo sé que un día fui Superman, un súper héroe en un país tropical"

En este mes he disfrutado de muchas cosas, y otras me han llevado por el camino de la amargura, rollo "Zarzamora, llora que llora, por los rincones" (más bien "pota que pota, por los rincones"). Mis cervicales, en un asombroso giro de originalidad, han decidido descolocarse para ponerse cada una donde más le conviene  -creo que tengo una en el codo, mientras que la otra anda por el coxis de turismo-, y de este modo obsequiarme con unos preciosos dolores de cabeza, desde por la mañana hasta el mismo anochecer, acompañados de unos maravillosos vértigos con vómito que son lo más (una maravilla el tipín que se me está quedando).
También han venido a verme desde tierras lejanas, que algún día serán país, y he ido al norte, a ponerme corbata en la ya nombrada boda familiar.
Me queda de puta madre la corbata, eso es así.

"I fer l'amor costa molt si vull fer-ho amb tu"

Amigos se han ido a vivir bajo la nube - Rafa estará quemando Londres en estos momentos-.
Yo sigo soñando con emigrar, cuando el Señor Doctor lo crea conveniente. Por ahora sigo bajo el yugo de la mascarilla en los viajes y sitios cerrados, y eso amigos, no es nada, nada cómodo.

"Bitching, complaining when some people who ain't got shit to eat"

Disfruto de un espacio brutal, con gente ídem, donde currar, Espiritu23 (pasaos a verme) y hacer cosas, en el mejor barrio de Madrid, Malasaña, digan lo que digan. 
Hago vídeos (por ahora bastante malos, pero me voy desoxidando por lo que pronto rozarán la mediocridad y algún día la excelencia).
Es bueno estar activo de nuevo, es raro, pero raro-bien. Ahora a ver si puedo sacar algo de provecho (euros, aunque a este paso quizá sean pesetas…) y relanzo mi carrera audiovisual, a lo grande. 
También debería organizar un poco mi vida, que se me va de las manos. 

Tanto "debería" y muy poco "voy a", no sé yo si esto es sano.

La política, como las cervicales, estos días me está dando algún que otro dolor de cabeza también, y pensaba soltar un speech aquí en plan que destruyan el país, larguémonos y apaguemos la luz, que se queden a oscuras y tropezando con los cascotes de la ruina que han construido. Pero me da por culo, eso es así, que una panda de mamones se cargue esto que tenemos y que es nuestro.
Y me activa el EICH cada vez que veo al "eje del mal" (Rajoy, Wert, Guindos, Soraya, Cospedal, Mato, etc.) y me pica todo y me pone de muy mala leche cada vez que abren la boca, y la prensa que es un asco, y se me va la olla.

"Y si piensas la mierda de vida que vas a llevar, es posible que entonces nos retiremos"
Y eso, con esta frase de Modelo de Respuesta Polar, me retiro. 

No casi otro mes, que empiezo a tener cosas que contar.
Los análisis bien, por cierto.

28.9.12

Madrid / +218 (me acabo de dar cuenta que paso del día 200, ole)

Muchas veces camino por Madrid, ciudad en la que llevo 4 años sin vivir y que está llena de cables desconectados, de temas sin cerrar, de amigos de toda la vida y otros que marcaron una época y ya no están, exnovias, sitios donde trabajé, lugares donde viví, gente con la que te cruzas que te suena y que no sabes si saludar y luego ya es tarde porque está lejos y solo ha quedado una mirada rara de "me suenas" o "coño, eres tú, pasemos de largo".
Una ciudad que en muchos aspectos creo que ha cambiado para mal, que es más hostil, que está más crispada, y en la que a su vez salen iniciativas nuevas y sorprendentes que dan un poco de luz.

Es una ciudad de médicos, de pruebas y resultados, de hospitales, de esperanza y desesperanza, de haberlo pasado como nunca, en lo bueno y en lo malo, es una ciudad que me lo ha dado y me lo ha quitado todo, y a la que irremediablemente siempre termino volviendo.
Es gris, sucia, agobiante, se te sube a la espalda y pesa, pero a la vez es luminosa, dinámica, rápida y divertida, con mil cosas que hacer siempre en cualquier parte.
Es una ciudad que respira, a veces tose como un anciano, flemas negras, otras veces estornuda como tu novia en primavera, se pone roja, preciosa y con cara de "¡vaya, el polen!" (o cualquier otra alergia) mientras sonríe y tú no sabes qué gracia tiene, pero la tiene.
Una ciudad de bares que son casas, con camareros que son hermanos y mujeres preciosas en la barra que se agarran a tu cuello y ya no te sueltan, de bocadillos de calamares y otras delicias.
Una ciudad donde has aprendido casi todo, y has olvidado casi todo.
Es en ocasiones una ciudad sin límites, sin espacio para aburrirse, y a veces un cubo negro donde no puedes respirar.
Me encanta pasear por Madrid, en días de otoño como estos, con buena música en los cascos, siempre me acabo cruzando con alguien, acompaño un poco su camino y sigo el mío, y me da tiempo a pensar mucho en todo lo que hubo.
No llego a ver un futuro aquí porque creo que el mío está en otra parte, pero Madrid tiene la facultad de hacerte sentir de Madrid, aún, como yo, habiendo nacido en Guadalajara.
En Madrid no hay casi nadie de Madrid.
Aquí compartí piso por primera vez, viví solo por primera vez, tuve mi primera relación de verdad, me desmadré, probé el alcohol, las drogas, me ingresaron en el hospital con 18 años, salí con 20 de una enfermedad, viví a tope, intentando recuperar, y de aquí salí por primera vez a vivir fuera, lejos.
En Madrid está mi familia, y eso tira mucho, familia de verdad y en muchos casos familia que tú te creas.
Muchas cosas en Madrid, muchos buenos recuerdos que se comen poco a poco a los malos.
Ahora vuelvo a vivir aquí, obligado, con ganas de irme, pero cada vez menos incómodo, me voy reconciliando con Madrid y con Alcalá de Henares (una ciudad pequeña, a 30km, donde vivo realmente).
Veo más a la gente a la que echaba de menos, hago cosas nuevas, curro, salgo, disfruto.
Entre hospitales y médicos, Madrid, con toda su hostilidad, se me está haciendo cada vez más cómoda.


Hoy además y un poco tarde, tengo que dar la más sincera y enorme enhorabuena al señor Elías, un crack que acaba de terminar la químio, y que es enorme.
Un habitante de esa ciudad pequeña donde mis padres me han dado asilo político.

Eso sí, hay dos cosas que no soporto de Madrid. El gobierno del PP y Sabina.
Lo demás, con el tiempo, se hace tolerable.

6.9.12

En tiempos de crisis / +196

En estos tiempos de crisis, en este momento incierto en el que cada mañana recibimos un hachazo directo a la garganta por la que pasan los primeros tragos de café y mordiscos de tostada.
En estos días grises, negros, en los que todo empeora a mucha más velocidad de la que nos levantamos. Sólo podemos estar seguros de algunas cosas a nuestro alrededor.
Son a estas cosas, a las anclas que nosotros mismos nos creamos, a las que debemos aferrarnos en la deriva en la que nos hemos visto irremediablemente introducidos.
Los cinco minutos más cada día al despertarnos, el sabor de nuestro café favorito, ese momento de la ducha en el que encuentras la temperatura perfecta para el agua y dejas que el chorro golpee fuerte en tu cuello mientras miras tus pies y tomas grandes decisiones.
Nuestro vino/cerveza/bebida favorita en un momento de sed absoluta.
Una paja (todos nos masturbamos no nos hagamos los puritanos a estas alturas), pero no una cualquiera, una de esas en las que decidimos hacernos el amor, tranquila, programada y reconfortante.
Un paseo en un día de sol, pero no caluroso, ni frío, de esos de ir con una chaqueta y nada más.
Un paseo de vuelta a casa borracho, pero no demasiado.
Una pedalada detrás de otra, detrás de una mujer despampanante o de un buen amigo, o con sólo la ciudad por delante.
Una canción. Casi siempre hay una canción que te saca la cabeza de debajo del agua.
Ese amigo que llama en el momento oportuno, o que esté para descargar la película que no te acordabas que querías ver una noche que has decidido quedarte en casa.
Porque, admitamoslo, ir al cine, ya no es un pequeño placer, es un poco un lujo. Aunque sigamos disfrutando de ello, cuando nuestro sueldo minimo nos lo permite, si nos lo permite.
El momento en el que abres un libro nuevo, empiezas a leer y sabes que te has enganchado. Ese "click" que te hace saber que estas perdido, y que al cerrar el libro sentirás placer y tristeza.
Un beso, una caricia, un polvazo.
El sexo en general, o en particular.
La sonrisa de tu médico al entrar en la consulta y que te diga que todo está bien.
El momento en el que ponen delante de ti tu plato favorito, el olor, el primer bocado, esa sensación de placer, el cerebro dándote caña y haciéndote feliz vía estomacal.
O simplemente las pequeñas cosas controlables, nuestros pequeños rituales de placer confesables o no y que nadie nos puede quitar.
Aunque sea un partido de fútbol, o una película de Buñuel o incluso Sálvame si es lo que te pone, aquí cada uno que disfrute con lo que sea, pero que encuentre el momento de hacerlo, que es importante.

Pueden haberte dejado sin trabajo, sin casa, sin salud, sin esperanza, que siempre, aunque sea por un momento, alguno de estos pequeños placeres, te sacan la nariz de la mierda que no te deja ver el monte. (Este dicho no es así pero ya me vale).

La cuestión es no rendirse, no dejar que te hundan del todo, que no te arrastre la impotencia, que no te venza esta panda de hijosdeputa, o esa mierda de enfermedad, o tu propia estupidez que hace que te estés viniendo abajo.

Hay que dejar de tener pequeños infartos y bajones, depresiones, y espirales de mierda, y empezar a tener pequeños orgasmos y carcajadas, sonrisas, miradas raras con cara de imbécil en medio de una conversación, o bailecitos estúpidos en la cocina con una canción a las 10.00 de la mañana, en lugar de la voz de un ministro salido de las entrañas del mismimiso Satanás dando noticias de medidas que ya se podía haber metido por su diabólico trasero.

En tiempos de crisis, de que nos llueva mierda, de IVA y de todo lo que nos están haciendo comer, lo menos que podemos hacer es no dejar que también nos roben lo bueno que tenemos y que es nuestro, porque lo hemos construido nosotros, día a día.

Mientras no dejamos de luchar, nunca debemos dejar de disfrutar.

Feliz día a todos. Mira tú que post mas optimista me ha quedado.

27.8.12

Un texto difícil de olvidar. / +187

Iba a escribir un post de puta madre, lo iba a petar, estaba seguro, tenía la inspiración en la
punta de los dedos, que corrían desbocados por el teclado.
Os hablaba de un paseo en coche ayer por la noche después de cenar con unos amigos, de lo
que me gusta Madrid de noche, casi vacía, en estos últimos días de verano, cuando por la
noche las calles son tuyas.
Decía que tenía ansia por largarme de aquí otra vez, otra vez quería irme, y otra vez os lo
contaba, que creo que son ya unas cuantas.
Comentaba que hace casi un año que todo empezó y que se me ha pasado volando. Se ha
pasado volando ahora que lo miro desde fuera, porque en su momento el tiempo caía denso y
pegajoso como el petróleo (iba a poner la miel, pero es demasiado dulce, y en ese momento el
tiempo era asqueroso e inflamable, esto igual sólo lo entiendo yo, pero ya va bien).
El post era una pasada, el que estaba escribiendo, ágil, intenso, lleno de metáforas locas e
imaginativas, de momentos graciosos, un descojone a la par que desgarrador.
Las mujeres iban a llorar y sentirse irremediablemente atraídas hacia mí, sin medida. Los
hombres me odiarían, pero en secreto admirarían mi prosa, con una sensación ambigua, pero
bonita, que iba a desafiar los límites de su masculinidad.
Después de los llantos del enfermo a los que os tengo acostumbrados, la genialidad surgía, de
cada letra, cada construcción, cada frase. Era un santo grial en una pantalla de ordenador,
blanco sobre negro para deslumbrar a los no creyentes. Era el evangelio de Cristo hecho bits,
01001100101001, un código binario que rivalizaba con el mismísimo David de Miguel Ángel.
Blogger hubiese explotado de éxtasis, estoy seguro.
Yo levitaba en mi silla de Ikea, como un santo, entregado a vosotros por un Dios desconocido
hasta el momento.
El hijo de Dios, un primo lejano del mismísimo Buda. El clon de Cristo. Satanás redimido. Todo
en uno.
Pero de pronto ha sucedido algo horrible, algo que de ninguna manera podía esperar que
pasara, al menos no tan pronto por la mañana, algo que suele pasar al menos dentro de unos
10 o 15 minutos, no hasta la hora del aperitivo.
A las 13.30 GMT, es cuando suele ocurrir. Un pequeño Apocalipsis periódico, un fin del mundo
programado.
Lo he notado en las manos, en los ojos, y sobre todo en el estómago, que con un sonido
parecido al de aquellos módems de 56k, parecía cantar una canción tribal, una llamada a la
acción.

Señores, me ha dado hambre, y pereza, y se me han quitado las ganas de escribir, y mi
maravilloso texto, que además era la solución a la crisis, no solo la de nuestro país, sino la crisis
económica, moral, cultural y religiosa del mundo entero, se ha perdido, lo he borrado.
Así, sin más. La solución a todo mal, perdida por un impulso visceral, por el sonido del jugo
gástrico en ebullición.
Así es como acaba el mundo.

Pero bueno, otra vez será.
Por mi parte voy a por unos kiwis que no ando muy fino de visitas al baño estos días.

14.8.12

El ruido y la furia / +173

Hay días en los que te despiertas con una especie de niebla en la cabeza.
Un ruido blanco que lo ocupa todo y que no te deja pensar con claridad, como si te hubieses puesto delante de los altavoces en un concierto y no consiguieses oír a quien tienes delante de ti.
Vas al baño, lavado de cara, mirada en el espejo - estas horrible por las mañanas - te lo dices a ti mismo sin mucha convicción, en los días buenos te encuentras irresistible con la legaña matutina.
Sales y vuelta al cuarto, te pesas, te pones pantalones y llegas a la cocina, demasiada gente, muchas voces, preguntas, movimiento, mas del que puedes procesar. Gruñes algo, tuestas las rebanadas de pan, preparas las medicinas y te sientas.
El ruido sigue, pero ahora lo notas a picos, subidas y bajadas de intensidad y volumen, y una sensación rara en la espalda, como ardor.
Terminas el desayuno, vuelves al cuarto, mientras piensas en lo que has soñado, lo que ha encendido la radio sin sintonizar en tu cabeza.
Lo recuerdas vagamente. Ha sido una mierda, y hace demasiado calor para dormir bien por lo que el sueño ha sido una locura de desnudez y asesinatos en piscinas paradisiacas en Leganés que no quieres recordar.
La ropa limpia en tu mano huele bien, vas hacia el baño, sin recordar que tu familia sigue en la cocina por lo que pasas en calzones por delante, y esta vez das los buenos días.
El ruido sigue.
Música en la ducha.
Agua fría, y cantas y el ruido muere un poco, pero sigue ahí, como una interferencia rara.
Limpieza de catéter, hidratación en cuerpo contra lo que pueda pasar por el EICH, mirada al espejo otra vez -estás horrible después de la ducha- te lo dices y esta vez si que no te lo crees, pareces todo un Don Drapper  calvo y con barba cuando sales de la ducha con la toalla en la cintura.
Con el ruido otra vez en la cabeza sales del baño.
Crema y gafas de sol, llaves, música, mascarilla, un libro y un paseo largo, una hora, cada mañana.
El ruido se está convirtiendo en furia, y notas como sube por tu espalda, pica, te molesta. Los recuerdos se amontonan, las ideas se entrecruzan, se ensucian unas a otras, y cada vez te enfadas mas.
La gente se pone en medio, lentos montones de grasa delante de ti que se mueven despacio como llevados por una corriente que no existe.
Odias a todo el que puedes ver.
Odias a todo el que puedes recordar.
Lo odias todo. Y de pronto te comerías un oso entero, por decir algo.
Oyes mas ruido, y no sabes por qué pero quieres gritar, notas tu corazón en las sienes, el picor que sube por tu médula espinal. Si pasa de la nuca y llega a la cabeza sabes que te va a picar todo el cuerpo.
Te sientas, pides un te, abres el libro, bebes un sorbo, odias al camarero, odias el libro y el te insípido que te estas bebiendo, la silla en la que estas sentado, el bar que has elegido, la ciudad en la que vives y te odias un poco a ti mismo por odiar.
Ya no oyes el ruido, porque el ruido eres tu, refunfuñando, -voy a ser un viejo insoportable- y esto si que te lo crees porque incluso en tus días buenos refunfuñas por casi todo.
Has perdido el zen en algún sitio, odias la palabra zen y a todos los que la usan.
Como el karma, también lo odias, y a los que hablan sobre ello.
Pones el volumen lo mas alto que puedes, y cierras los ojos detrás de las gafas de sol, respiras hondo, pareces idiota y la gente te mira raro, pero como les odias a todos todo te da un poco igual.
El ruido va desapareciendo poco a poco, con cada respiración la música suena más clara, más limpia.
El calor y el picor también se desvanecen poco a poco, notas como bajan por tu espalda, por el mismo lugar por el que han subido.
Te permites el lujo hasta de sonreír un poco. Una mujer en una mesa delante de ti, una mujer horrible en muchos sentidos que no quieres analizar, está interpretando la sonrisa como insinuación.
Pides la cuenta.
Al volver por otro camino, con otra música, sin el ruido, ni el picor, con un poco de brisa que hace que los 36º a las once de la mañana sean algo mas soportables, notas que sin el ruido, no hay picor, ni odio, ni malas ideas.
Matar a todo el mundo de manera indiscriminada es, efectivamente, una mala idea, o al menos una discutible.
Compras el pan, hablas con Paquita, Conchita y las demás "itas" de la panadería, y vuelves a ser un hombre normal, por el momento. Hasta que le gritas a tu madre o a tu hermana o al perro del vecino o a las nubes con un bastón en la mano.
Y vuelve el ruido, y la furia, y el picor y a tomar por el culo todo joder.

Y esto amigos es lo que le hace a alguien como yo tomar corticoides durante dos meses y llevar tres días sin ir al baño.

25.7.12

La locura de la diarrea y del día a día / +156

Iba a escribir algún post sobre alguna mierda graciosa que me hubiera pasado últimamente, pero he abierto el periódico esta mañana mientras me tomaba una tostada con aceite y sal.
Tenía pensado un post para esta semana sobre lo bonito que es poder conducir, pasear por Madrid, y hacer cosas de persona normal, pero he leído tweets de fascistas y gilipollas que se alegran de que Cataluña arda.
Quería contribuir a mejorar un poco mi día soltando algo de mierda disfrazada de ironía sobre preocupaciones que al final son absurdas, pero me ha dado por leerme la parte seria del Mongolia, mientras escuchaba la radio.
La he cagado.
La he cagado, como diría una amiga holandesa "big time", porque me he cagado de miedo, de miedo y de rabia, me he cagado tanto que ahora tengo una diarrea galopante que ha llevado al traste todos mis intentos de productividad fuera del ámbito socio-político-económico-catastrófico-loco-absurdo-apoteósico que estamos viviendo en manos de unos locos (hijosdeputa) que aun pareciendo que no saben lo que hacen, lo están hacinado muy bien, bien para ellos y sus seres queridos.
Mari-ano lo está clavando, clavos en nuestro ataúd y las fortunas en sus amigotes.
Miro el telediario y cuento las buenas noticias, acabo rápido, ni una. Cuento las malas, termina el telediario y aún sigo contando malas noticias que no nos han contado ellos.
Hablo con amigos, que han podido manifestarse, sin restricciones de mascarillas o catéteres, y sigo contando, y alguna buena noticia cae.
Mucha gente se esta cagando, en la puta madre que les parió, todos juntos, y cada vez más.
Yo sigo con diarrea mental, espiritual y física, porque no termino de entender bien lo que pasa.
Me cago vamos.
Me cago en ellos y un poco en nosotros, porque deberíamos hacer más.
Me cago en que la "prima de riesgo" ya no sea esa prima tan lejana y buenorra del pueblo a la que te quieres follar, y que podrías sin miedo a aberraciones genéticas dignas de líneas monárquicas o de los Lannister (vease Juego de Tronos o simplemente echen un ojo a las infantas, la semilla borbónica tiene algo especial).
Y tengo miedo de Gallardón, por primera vez en mi vida, aún habiéndolo sufrido como alcalde.
Tengo miedo del club Bildeberg, o como coño se diga.
Y me quiero ir de aquí, pero no quiero, y quiero ser autónomo algún día, pero no me dejan, y quiero arreglar mi país, y se están cagando en nosotros, como yo me cago cada dos minutos.

Y me cago en todo, y no se qué hacer.

Creo que voy a ver si me echo una siesta y sueño con una de mis "primas de riesgo" (que no tengo así que me las inventaré, quizá pueda ser un primo lejano de Natalie Portman) y al menos me levanto con una sonrisa.
O eso, o me sigo cagando, una de dos.

Se me ha ido la olla.

Culparé a la prednisona, o al gobierno, o a los mercados, o al día a día.
Quizá a la insolación de ayer.
Lo que está claro es que estamos de mierda hasta el cuello y debe ser porque no soy el único que se caga, de miedo, de rabia, de indignación, de prisa por largarse, por hacer algo.

16.7.12

Supervillano / +147

Mientras salía a la calle no podía dejar de pensar en lo que había leído en la prensa, parecía que todo subía, mientras todo bajaba, y que esa brisa que le enfriaba las mejillas empezaba a colarse por entre las nalgas al notar como el gobierno le había bajado los pantalones una vez más.
Las calles parecían más grises, el sol picaba como siempre en estos meses a medida que la mañana daba paso al mediodía, pero con cierta ausencia, como si también estuviese pensando en otra cosa. Sol estaba desierto de gente con algo de cabeza, solo visitantes descerebrados,  o con el cerebro derretido por el sol, de carnes rosadas tirando a rojas, daban algo de vida al centro de la que, por el momento, era su ciudad, o al menos la ciudad en la que residía.
Había restos esparcidos por el suelo, plástico quemado, papeles, manchas rojas, pequeñas, como gotas de momentos olvidados por quienes los tenían que mostrar, restos de una batalla que como un árbol en un bosque desierto nadie escuchó retumbar. 
Excepto los miles que estuvieron allí, aunque la mafia se empeñase en negarlo.
Siguió caminando calle arriba, sabiéndose protegido por su campo de fuerza, Delial 50+, unas zapatillas cómodas, como botas todo terreno, le abrían paso, camisa de manga larga y tejido fino y pantalón corto, mostrando las piernas que habían quedado algo mermadas pero que seguían cumpliendo su función, más o menos.
Iba distraído, así que no oía las ofertas de sexo salvaje que por un módico precio le ofrecían media docena de mujeres jóvenes a ambos lados de la calle, quizá también ayudaban a la desconexión los cascos con música de la última lista de reproducción que había hecho esa mañana. 
Eso y el primer atisbo de su plan de acción.
Desde hace unos meses lo venía pensando. Siempre que se enfundaba la mascarilla protectora, ese muro anti agentes infecciosos portátil que se acoplaba a su cara casi a la perfección -pero que empañaba sus gafas-, y que la marca 3M le proporcionaba para poder mantener una libertad relativa; algo cambiaba, al mismo ritmo que su mundo sufría una pequeña transformación.
Todo el mundo le miraba más, pero a su vez desviaba la mirada, lo que le proporcionaba unos segundos de incertidumbre dimensional: estaba sin estar.
El efecto dramático de sus peticiones era de una intensidad insostenible para los sanos a su alrededor. No existían las colas, no más esperas, siempre el primero, siempre el más rápido, siempre inocente. Y lo más importante, combinado con las gafas de sol y la gorra, el anonimato era total.
Un mundo lleno de posibilidades.
De este modo entraria en la oficina de la entidad bancaria más cercana
Con gorra y gafas era el mal encarnado, un torbellino de demandas. Pistola en mano era Dios, un Dios vengativo, pero justo. Recuperaría lo que le habían robado, lo grabaría en una cámara que llevaba colgada del pecho en un arnés, y lo difundiría, esa era la manera de recuperar lo que debía ser suyo una vez más, ya que nadie se lo iba a devolver.
Sin la gorra y las gafas, sólo con la mascarilla y mostrando la cabeza ausente de pelo, era un desvalido, un enfermo, un paria, alguien a quien los más tiernos de los corazones se inclinaban a ayudar.
De este modo robaría, sin ser visto, o al menos sin ser apercibido, se apropiaría de todo lo que quería, sin desembolsar un duro, ni un céntimo salido de su tarjeta pagaría los caprichos de los siguientes meses. Siempre en grandes superficies, siempre a aquellos que él creía lo merecían, sería un abusador, pero tenía un código moral, laxo y propio, pero justo.
Todo era perfecto. Él iba a ser su propia ley, su propio amo, gobernador y Dios, impune y embriagado por el poder de la mascarilla y el anonimato.
Hasta que el médico decidiera que el momento de respirar sin restricciones había llegado, su vida seguiría el sendero de la delincuencia.

A esto se había visto empujado.  

Pobre.



La idea de una vida condenada al delito.
Una médula donada que es un arma de doble filo.
Un rebelde con causa.
El mal encarnado.

10.7.12

Las ratas de la Barceloneta y otras cosas que tanto se echan a faltar. / +140

Y de pronto algo salta, y ya no es sólo un deseo, sino un ímpetu.


Saco el coche del taller y con una idea rondando por mi cabeza me propongo un viaje poco probable. Estamos a martes y quiero irme, necesito irme, este fin de semana a Barcelona.

Con esta premisa me dispongo a preguntar a las tres autoridades que rigen mi destino más inmediato.

La primera, el mecánico, el hombre en cuyas manos está mi medio de transporte, del cual depende la posibilidad motriz del desplazamiento.

- Bueno, aquí tiene el coche, hemos cambiado el regulador y ya va todo perfecto.
Y con una sonrisa acerca la factura a las manos de mi padre pagador, una minucia, 460 euros, nada, una tontería (suputamadremenudofacturón).
Pensando en el futuro desplazamiento, y sin pensar en la ruina personal, me lanzo a sus brazos.

- Oye, ¿cómo ves el coche para un viaje ida y vuelta a Barcelona?
Le miro con ojillos seductores, le cojo de las manos y hago morritos (que no se ven por la mascarilla). 

- Pues mira, el coche está estupendo, te puedes ir a donde quieras con él.
Dios bendito, ahora sí que estoy enamorado de este hombre.
Con el coche a punto y con mi plan de acción ya trazado, publico la noticia en Facebook (red social muy útil para algo así) buscando alguien que me salve de la ruina total del viaje en carretera. Dos grandes mujeres salen al rescate, se unen a la causa y me dan amor y compañía en lo que ya se prevé un viaje de despiporre y reconexión.
La segunda autoridad, o mejor dicho LA MÁXIMA AUTORIDAD, el señor Don Doctor, me espera el miércoles en la consulta, con mis análisis en una mano y mis sueños e ilusiones en la otra. Después de un tenso pulso que va de la siguiente manera me da el sí definitivo.

- Doctor, ¿cree que me podría ir a Barcelona este fin de semana en coche?
Estoy asustado, sudando, casi pesimista, y con los pantalones recién subidos de la rutinaria expedición médica a mi ingle. Dignidad intacta, eso sí.

- Bueno, a Barcelona y a donde tú quieras, que ya es hora de que te muevas un poco y nos dejes tranquilos. Y no te quiero ver por aquí hasta dentro de tres semanas.
Y con semejante y dulce patada en el culo, salgo de la consulta más contento que unas pascuas y con la bragueta bajada.
La tercera autoridad, la que me da sustento emocional y económico, así como un techo donde quedarme, la paterna, habla antes de que yo pregunte.

Formato guión (más o menos):


EXT DÍA / HOSPITAL GREGORIO MARAÑÓN.

Una madre y su hijo salen del hospital de la zona de Consultas Externas. Ella es rubia de unos 55 años, ojos verdes, con el físico de una joven de 40. Lleva un vestido blanco, ancho, de aspecto cómodo. Él es alto y delgado, apuesto, todo un hombre, de unos rasgos increíbles, como esculpidos en mármol, con una barba de una semana muy varonil, un poco Don Draper, pero con más estilo, algo más desgarbado. Lleva una camisa de cuadros azul que le sienta como un guante y unos tejanos largos, algo estrechos, que le marcan unas piernas de infarto. Se quita la mascarilla y mira a su madre.



HIJO
Madre, me quiero ir a Barcelona el fin de semana con A. y E. ¿Qué me dices?


La madre le mira fijamente a los ojos. Sonríe.



MADRE
Que te vayas ya de una vez que nos tienes hartos hijo mío, que eres un pesado y va a ser un descanso para tu padre y para mí.




Así pues, con las tres autoridades convencidas, el corazón a mil por hora, dos grandes mujeres en mi coche, que responde como nunca me había imaginado, y muchas muchas ganas, me he ido a Barcelona este fin de semana.
Y ha sido una pasada.


Volver a una ciudad que siento como propia, ver a una gente que siento como mi familia y respirar un aire (en ocasiones filtrado por la mascarilla) que, pese a la polución, me ha parecido más real que todo el que llevo respirando este último año. Compartir cama y besar, hablar de proyectos jugosos de trabajo, reírme de las bromas absurdas que siempre se cuelan en las conversaciones, dar abrazos, compartir momentos de emoción ajena y vivir en primera línea el grandioso final de la carrera de una de mis mejores amigas, a la que llevo viendo evolucionar desde el primer día que comimos en el comedor de la escuela creando frutas absurdas.
Y mil momentos más, comprimidos entre el jueves y el lunes y sin tiempo para verlos a todos y acompañado por alguien que lleva 13 años a mi lado y que me ha visto en los mejores y los peores momentos.
Ha sido agotador, sinceramente, sois unos pesados. Pero hay que quereros. Eso es así. Estar de nuevo donde no me había dado cuenta que quería tanto estar, me ha hecho decidir por fin, y en claro, que vuelvo, ya mismo, en cuanto mi agente de la condicional me lo permita, que me voy, que os dejo en Madrid pasando calor y frío, y me voy a tierras catalanas. Que a los de Madrid os quiero muchísimo, y os echo de menos cuando no estoy, y que a mi familia de verdad, la de sangre, siempre la llevo cerca, esté donde esté, pero que mi vida, la que tengo que montar yo mismo, con la que cuando se me pase la emoción me tendré que pelear, no siento que esté aquí.

Vamos, que me largo y que aquí os quedáis. Hoy no, mañana. Pero me voy.






3.7.12

Lidiando con la frustración. / +133

Lo peor de todo, lo mas molesto sin duda cuando uno ya esta suficientemente fuerte como para ser mas consciente de lo que le rodea que de si mismo, es la puta sensación de todo lo que te estas perdiendo.
Eso es así.
Dejas de mirarte tu ombligo enfermo, porque el miedo y la hipocondría por fin despejan, y empiezas a mirar hacia afuera con mas ganas que antes, con menos barreras visibles, o al menos perceptibles.
Ves los conciertos, las playas de noche y los bosques de día, las ciudades llenas de amigos que aun no has podido abrazar, los labios de una mujer que no puedes besar, viajes en carretera, bosques donde perderte, caminos por donde correr, una bici que montar...
Y ves que todavía no alcanzas.
Te aproximas poco a poco a todo ello, con calma, porque sigues siendo un caso especial, porque tienes que tener cuidado y porque como si de una bola de hierro (de esas de preso de película antigua) se tratase, la crema de sol, el limpia-manos, mascarilla y pastillero, descansan en tu bolsa de mano, pesando cada día un poco mas.
Pensabas que te acostumbrarías, pero ocurre todo lo contrario, cada día molestan mas, te impacientas.
Pero cada día estas mas cerca de no necesitarlo, siempre hay que mirar el lado bueno.
Un catéter (Hickman) impide la inmersión en aguas compartidas, por lo que cada vez que piensas en rios, lagos, mares o piscinas algo pica en tu pecho, y si piensas en la playa, bueno, todo tu cuerpo pica.
Aunque personalmente yo siempre fui mas de río.
Cervezas que no bebes, gazpachos que no tomas, como ejemplos de alimentación veraniega que este año ha sido suprimida.
Cerveza, pan tomaca y gazpacho/salmorejo, esa era mi dieta básica en verano, todo salud.
La dieta de un hombre.

Si sólo piensas en esto, la frustración, que es una fuerza poderosa en ocasiones, desestabilizadora y algo cabrona, se apodera de la situación y con el apoyo de alguna de las medicinas (los corticoides son muy puñeteros para según que cosas) te hacen una persona caprichosa y volátil, un ser retorcido e inaguantable, con mal genio y mucha mucha mala baba.
Como uno de los actuales ministros de trabajo o educación  "on the loose" (desatado) para que me entendáis.
He estado leyendo la prensa en lo que acababa el post, tenia que comentar algo.

Por eso la solución esta en mirar atrás una vez mas, hacer una mirada de camaleón, bidireccional, mirar a lo pronto que podrás hacer todo si todo sigue bien, y sobre todo mirar que hace 5 meses no podías hacer nada.
Eso es lo único que te salva de sumirte en la miseria de la frustración. Que es un asco.

Pues eso, con un ojo mirando a Madrid y con el otro a Barcelona, aquí os dejo disfrutando del sol.

Una prueba gráfica de la mirada camaleónica rara.
Una ligera desviación ocular, la idea de la locura en cada parpadeo, 
el desconcierto.

26.6.12

La herida abierta. El cerebro partido. / +126

Llevo siendo más o menos racional, algo calculador pero flexible, los últimos años de mi vida. Digo los últimos porque no quiero preguntar a mi familia y amigos si lo soy o no, o cuando me convertí en ello, porque seguro que luego no lo soy y me joden el post.

Volviendo al asunto: racional y calculador a medias, nada hipocondríaco, sólo precavido. Hasta que tengo una herida en un lugar que veo mucho, uno de esos lugares que cada dos por tres los tienes delante, y la herida tiene puntos, y piel injertada y una evolución lenta, y yo estoy fuera del hospital. Ahí entro en el concepto de "caída sin red en el terror más absoluto".
He estado controladísimo por enfermeras y médicos y ahora me han dejado mirando al mar y sólo les veo cada semana o cada dos. Hasta ahí llega mi excusa-explicación.

Y mi cerebro racional me dice:
-El médico lo acaba de ver esta mañana en la consulta y te ha dicho que todo va bien, que es normal la evolución, que vengas LA SEMANA QUE VIENE.- Y creo a mi cerebro racional.

Entonces algo duele cerca de la herida, no la herida en sí, la herida está igual, más o menos porque yo veo algo diferente, pero esencialmente, está igual, más o menos.

-Uff, esto está cambiando mucho, mira que te han quitado la medicina del herpes, y si esos puntitos que parecen nuevos… -Y mirando a mi cerebro hipocondríaco y desbocado por el concepto anteriormente citado de "caída sin red" a los ojos (es humanamente posible esto, si lo intentáis lo veréis) le digo "No me jodas, podría ser, ¿qué coño hacemos?"

-Podemos esperar a ver, no te preocupes, lo miramos mañana y si ha empeorado de verdad pues ya tomamos cartas en el asunto.- El cerebro calculador, pero flexible, entra en acción.

A todo esto mi cara va cambiando de expresión, mis labios se mueven solos sin emitir sonido mientras miran el trozo de piel ajena, la estampa de la locura. Menos mal que el lugar es medio íntimo y para andar con estos monólogos interiores a tres o cuatro bandas (si me permitís la contradicción) suelo tener que estar solo.

-A ver, colegas, esta mañana, hace 9 horas, durante las cuales hemos andado como mucho un km, meado en un baño, que aunque no fuese el del hogar estaba limpio como una patena, el resto del tiempo nos lo hemos pasado sentados haciendo nada, NA-DA, no ha podido pasar nada. De verdad, tenemos las defensas bien, estamos cubiertos, tomamos muchos antibióticos, relax.
-Un baño que no era el de casa, andar más, madre mía, el injerto se ha infectado y se va a desprender. Ya veréis.
-Dadle un día o dos, el lunes hay análisis, podemos acercarnos a que el doctor le eche otro ojo, que nos ha dicho que pasemos cuando queramos.
-No me jodas.
-Nos vamos a morir.
-Quizá pero no hoy.
-No me jodas.
Y eso, que fuera hace sol, que se está genial en la calle y yo estoy aquí mirándome una herida, huyendo al baño, lavándome las manos, tomándomelo con calma, entrando en pánico, haciendo planes médicos, saliendo del baño, volviendo a entrar, en un ciclo sin fin.
Lo que comúnmente se llama "caer en barrena".
Esto es lo que pasa cuando has pasado mucho tiempo metido en un hospital y ya de antes tenías problemas mentales graves, el síndrome de "caída sin red en el terror más absoluto".

Y ahora la explicación que igual alguno se perdió entre tanta conversación conmigo mismo.
En el hospital, mi estancia estaba prevista, si todo iba como debe ir en estos casos, sólo hasta el día +30 después del trasplante, más o menos, pero una bacteria decidió alterar el orden natural de los acontecimientos. Lo he contado antes, pero si leéis el resumen os lo ahorráis.
La puta bacteria entró en mí por una heridita insignificante y prácticamente invisible en la ingle, un lugar estupendo donde meterse, me infectó muy rápido la zona y se comió, literalmente, toda la capa superficial de piel, como si me hubiese quemado gravemente, así que me pusieron un injerto de otra persona, ya os hablaré de ella que tiene tela también.
Por eso, cada vez que ando, noto la herida, cada vez que me visto la veo, cada vez que voy al baño, y voy mucho porque me obligan a beber mas de 3 litros de agua al día, la veo, y ella me mira, con ojitos, con ternura de piel nueva, y no lo puedo evitar, caigo en el bucle otra vez.

Así que igual estoy bien, o estoy perdiendo la piel, o se caerá la pierna, o mañana veremos, o el lunes me dirán, o mañana voy a urgencias, o vienen a por mí en ambulancia, o se me pasa la tontería porque todo va bien, o no, o no sé.

Ahora que lo pienso tengo un par de amigas enfermeras, igual las llamo, o no.

18.6.12

El trato hacia los demás / +118

Hay algo a lo que aún no me acostumbro, no es la primera vez que salgo de un hospital (ni que saliese de uno todos los días, que dramón).
Hace 7 años, cuando pasó todo la primera vez me resultaba igual de extraño que ahora, así que supongo que es algo que siempre resulta desconcertante.
El trato de las personas hacia el enfermo reciente, se me hace raro, no raro-mal, solo raro.
Es una mezcla de delicadeza, empatía, cuidado, interés moderado, vergüenza.
Y claro, tú, el enfermo, que estas fuera y lo has visto todo desde tu perspectiva y ahora estás féliz, piensas -pobre, si tampoco ha sido para tanto, no tengas cuidado- y lo dices, y no te creen.
Y es que, sinceramente, ha sido y es una mierda, pero oye, que estamos fuera, que te puedes soltar, que a mi hablar del pus y de las nauseas no me importa (si quieres detalles escabrosos) pero hace un día estupendo y si quieres obviar el tema no me va a importar tampoco, pero bueno al final pasa el primer impacto y ya cuando la gente te ve bien la cosa tira de maravilla.

Siempre defiendo lo diferentes que somos todos los pacientes, habrá a los que les encanta quejarse de lo mal que lo pasan, estos, de antemano ya os digo que lo llevan mal y que van a sufrir mas de lo que deberían, otra cosa es quejarse con gracia, eso tiene su punto. La queja irónica, esa queja rara que descolora al oyente -lo mejor del hospital es que te limpien el culo, yo, manos limpias-.
Hablo desde mi punto de vista con todo esto, que no se me enfade nadie.

Ahora en serio, los que lo han superado son gente optimista y féliz, casi siempre, tratadlos así, ese es mi consejo.
Los que lo estamos superando, la mayoría, somos unos zumbaos, por lo del pie dentro y el pie fuera, por lo que el cuidado al principio se hace raro, pero no raro-malo, así que aunque aquí ande quejándome de ello, no está mal aquello del cariño y estas cosas sensibles.
Algún mordisco he dado en lugar de una sonrisa cuando debería haber tenido yo más cuidado. El stress, o la mala leche, o los corticoides, o ganas de bufar, yo que sé.

Otra cosa es cuando tratas con alguien que ha perdido a un ser querido, sobre todo si es por la enfermedad que tú estas superando, esto me rompe del todo, yo aquí nunca se que hacer, me enfrento fatal a la muerte ajena, me bloquea, totalmente.
Es como si mis órganos se congelasen y me pudiese mover, no se qué decir, ni siquiera cómo mirar.
Soy tan delicado como un elefante en una chatarrería, por eso, no sé ni que escribir aquí sobre ello. Ya me he bloqueado.

No me puedo ni imaginar lo que hubiera sido para mis padres o mis hermanos si me hubiese pasado algo, para mi abuela, no sé. Simplemente no lo sé.

Se me ha torcido el post aquí. Huyo y así se queda
Que raro todo.

8.6.12

El precio de una barra de pan. /+108

Ayer tomé mi primera responsabilidad como nuevo habitante de la casa de mis padres, una grandísima responsabilidad en esta casa.
El pan por las mañanas es cosa mía.
Yo les traeré el pan de cada día. Yo, con mis manos. Hay que empezar a pagar la deuda de gratitud para con mis progenitores.
Así que dinámico, dispuesto, con la ropa que me queda como nunca -oye, que sí, que lo de los 20 kg menos te deja un tipín veraniego fino fino -, protegido del sol todo lo que puedo: gorra, manga larga, crema en las piernas, gafas de sol para molar.
Todo a las 9.00 de la mañana en un barrio de Alcalá de Henares dónde aún no hay un alma a pie.
El sol, a cualquier hora, es bastante malo para alguien que haya pasado por quimioterapia, va a ser un verano sombrío éste... Comienzo a caminar, todo bien, la panadería está a unos 300 metros, así que ida y vuelta son sólo 600, sin cuestas, pan comido. 100 metros, vamos bien.
200 metros, ahí está, casi el 50% completado, me duele un poco el pie derecho, sigamos, llevo música de superación en los cascos, puedo con todo.
Panadería, modo mascarilla ON (había un fiestón de marujas hablando de un futuro corte de agua en el barrio, me asusté).
-Hola buenos días, ¿la última?- Me quito la gorra y las gafas de sol, saludo con la cabeza.
-Soy yo, pero ya estoy, joven.
Mirada rara de todas, silencio sepulcral. Me quedo unos pocos segundos más parado de lo necesario, una anciana, me coge del brazo, me acerca al mostrador, me mira. Por hoy la llamaremos Paquita.
-Ay, los jóvenes, qué poco os cuidáis. Anda majo, pide.
Perplejo.
-Gracias, mu... muchas gracias.
Sonríe.
-Me da una barra de leña, bien cocida, por favor.
-Aquí tienes, son 85 céntimos.
Saco cartera, abro monedero, miro dentro: 50 céntimos, solitarios, mirándome, los miro, me miran otra vez, la moneda ríe: “A ver cómo sales de ésta con lo colorao que ya estás majo” parece que piensa el metal.
-Puuuuuuuues me temo que sólo tengo 50 céntimos, ¿te puedo dar el resto mañana?
En ese momento, murmullos, gritos, alaridos, risas, y sonidos de miles, millones de monederos que se abren a la vez, un click elevado al infinito, y monedas en el mostrador de 10, 20, 1000 céntimos.
Risas.
Reúno los 85 de aquella lluvia destinada como poco a un rescate financiero digno de un banco. Y doy unas efusivas gracias, me quedo con la cara de las donantes (me donan de todo últimamente, soy un hombre muy afortunado).
Una me planta besazo en un recoveco libre de mascarilla.
-¡De nada guapo!- A ésta la llamaremos Conchita, para futuras referencias.
Me doy la vuelta, me despido emocionado, salgo andando, moral alta, esperanza por la humanidad muy arriba, vergüenza muy muy presente.
100 metros, con barra de pan, me duele el otro pie.
200 metros, ¡coño!, los gemelos.
300 metros, el Hogar, así, con mayúscula.
Me veo desde fuera y me doy cuenta de que voy andando así, más o menos, como el señor de la imagen pero en estampa de verano, atiendan: camisa de cuadros, gorra, gafas de sol, mascarilla aún en modo ON de lo deslocalizado que me encuentro después del momento panadería, y andares tontos.

El rey del barrio oye. Todo en media hora y una barra de pan de leña.

La imagen, de los grandisimos Monty Python."Ministerio de andares absurdos" de la serie Flying Circus
y el video también, ale.











4.6.12

Salida. / +104


Escuchense esto mientras leen que les ha quedado a The Shins muy bonito.


 


Salgo del hospital, mascarilla, gorra, gafas, nada a merced del sol.
Sonda a cuestas, paso de todo menos firme, 20kilos de peso se me han caído por el camino, un trozo de mi propia piel, algunos temores, rencores, miedos, mucha reflexión, y ni una sola célula del cáncer que me metió dentro.
He andado poco estos meses, pero veo que he recorrido mucho, se hace raro.
Miro hacia delante, futuro sin planes cerrados, no puedo, no me dejan, inseguridad y seguridad entremezcladas, es complicado de explicar, hay que llenar vacíos, buscar caminos recomponer mil cosas, poco a poco.
Han pasado, de verdad, muchas cosas, el espacio-tiempo es relativo, digan lo que digan, llevo desde Octubre en tratamiento, desde Febrero transplantado, es Junio, y a días me parece que ha pasado un siglo, en ocasiones creo que todo fue ayer.
Con todo noto mis piernas caminar el primer paso fuera del hospital, no es la primera vez que salgo, y seguro que volveré por alguna pijada de infección o lo que sea, que es lo normal, pero esta vez se nota diferente, no sé, hay algo diferente.
El aire me roza las partes descubiertas de la cara, las manos, llevo pantalón corto, lo noto en los pocos pelos que van saliendo tímidos después de la gran caída de la quimio, es una sensación única.

Me voy a casa, a la de mis padres, que volverá a ser mía en unos días, con la médula limpia, buenas cifras en sangre, sólo unos pocos días más de sonda y con un cambio definitivo de tendencia, hospital solo si infección o complicaciones del injerto contra huesped, análisis y consulta, mucho más que llevadero.
En breve deporte.
Amigos en terrazas de bar.
Salidas al campo.
Algún viaje en coche.
Proyecto de final de carrera.
Algún viaje en avión.

VIDA,

Que bien todo joder. (Que raro este optimismo mío de hoy)


19.5.12

En camas propias y ajenas / +88


He vuelto al hospital después de estar en casa de alta unos días, complicaciones menores y tener que prepararme para un injerto de piel que me tienen que hacer, nada grave.
Tengo un poco de EICH, que es cuando la médula donada ataca tu organismo, pero nada fuera de control ni de lo común así que todo bien.

Estas idas y venidas me han hecho pensar, esto y un libro que me ha traído mi hermana y que me ha enganchado "Todas las chicas besan con los ojos cerrados" de Enric Pardo, guionista de la productora El Terrat y profesor de la ESCAC, que me recuerda mucho a mi mismo, o a quien podría haber sido, o a quien soy, o no se porque no estoy muy seguro de quien coño soy ahora mismo.
Las camas, tienen la culpa de esta falta de identidad momentánea (o eso espero). 
Los cambios de camas, de sabanas, de cuarto, pero sobre todo el cambio de la esencia que respiras conscientemente por última vez antes de dormir, esa que puede cambiar por completo la noche, ese momento que bien puede ser mágico, especial, sexual, satisfactorio, terrorífico, frustrante, aterrador o simplemente familiar y propio.
Me vienen a la cabeza camas heladas que se quedan así, otras que se derriten en cuanto entras en ellas, camas improvisadas en pasillos, algunas duras que cuesta ablandar, otras cuyo olor permanece pase quien pase por ella (porque una esencia no suele tapar otra y el Ariel ultra tampoco), camas que se hacen un océano, otras que se hacen montañas, o nieve, que te llevan al norte, que huelen a mar, algunas que huelen a madurez y al mismo tiempo a puro sexo. 
A veces las camas hablan otros idiomas, que nunca es un problema cuando estas en ellas, y en cuyo caso si el idioma no es conocido huelen a victoria épica. 
Algúnas huelen a traición ajena, o propia, olores que no olvidas tampoco y que, siendo sincero, no suelen haber sido nunca desagradables.
En otras lo que hueles es a un amigo sudoroso borracho, olores que no están exentos de amor, aunque el amigo ronque con olor a cerveza, o a noche amistosa de pizza y peli que termina en una cama durmiendo sin mas.
Al final tu cama, si eres un hombre o mujer con una memoria sentimental como la mia, lo que a veces una bendición y otras un carga, huele a ti, porque es la mezcla de esencias lo que en cierto modo te hace un poco quien eres, aunque una de ellas despunte sobre las demás una que huela al mar del norte, salado y frío, o a la playa de Barcelona, o a Amsterdam, o a lo que sea que huela que te haga dormir con una sonrisa, y "esa" sensación.
El problema es cuando las camas en las que duermen no huelen a nada de eso, todo queda reemplazado por desinfectante industrial, enfermedad, encierro, todo esto corta el fluir natural de las esencias. El olor a miedo.
Y cuando vuelves a casa y te das cuenta de que has perdido el rastro es aún peor, y haces lo posible por encontrarlo, buscas tus libretas antiguas, recuerdos, canciones, momentos. Te aíslas en tu cuarto, al menos tu cuerpo esta ahí, buscas y entonces, de pronto, oyes el "click", y lo hueles todo y te das cuenta de que la cama, en realidad eres sólo tú, y las esencias se han metido en tu cabeza, y que por eso no se pueden lavar, que solo se van archivando. 
Yo me lo imagino como un armario de farmacia antigua lleno de botes pequeños que puedes abrir cuantas veces quieras y recordarlo todo.

No soy una persona con demasiada buena memoria para las fechas o las situaciones concretas, pero nunca me olvido de las sensaciones, de los sentimientos que he tenído algúna vez, nunca.
Y soy incapaz de olvidar a las personas por las que he sentido algo, lo que sea, o con las que he tenido algo.
Pero siempre hay un olor que sobresale, siempre, ahora mi cama casi siempre huele a Moloko, a viento frío, a mar. Cuando el desinfectante y el miedo no se cuelan por una rendija.


8.5.12

Benvolgut, media pensión y camas familiares./ +77

Se que no es un buen negocio en esto de los blogs el escribir cada 15 días, que la gente se cansa y deja de leerte, pero bueno, así va el ritmo que llevo, voy lento con estas cosas (porque casi nunca tengo nada nuevo que contar y también porque soy un poco perezoso).
Pero estos días sí hay novedades.
Estoy escuchando más música y empezando a leer otra vez, por fin. Mi cerebro vuelve a funcionar con algo de soltura, quizá porque más o menos ya veo una salida de aquí.
Quien conozca esto un poco sabrá que seguir en el hospital en el día +77 es porque algo pasa, en mi caso es porque me tienen que hacer una pequeña operación sin importancia y estamos a la espera del quirófano, cirujanos, etc.
Lo bueno, mientras espero me están dejando irme a casa a dormir, me voy del hospital sobre las dos o así del medio día y vuelvo al día siguiente por la mañana a hacerme análisis de sangre y ver si puedo seguir con la media pensión. Y no os podéis imaginar lo mucho que ayuda dormir y comer fuera de aquí, es una pasada.
 De todas formas esta medio-libertad tiene un precio.
Me he dado cuenta de lo mucho que la enfermedad me ha separado de lo que era mi vida, de como me ha arrancado de cuajo de todo para situarme en una realidad diferente a la que me voy a tener que acostumbrar poco a poco, la dependencia, la vuelta a casa de mis padres, a una ciudad en la que no vivía desde hace mas de siete años, lejos de todo a lo que llamaba rutina, vida. No es que esto vaya a ser peor, ni mucho menos, va a ser diferente, y costará acostumbrarse, pero al menos la compañia aqui en Madrid de nuevo es buena, los amigos y la familia ayudan y buscaré mil proyectos que hacer, hasta que el señor Doctor, quizá pronto, me deje volver, si es que en ese momento lo sigo necesitando tanto.

Aunque tampoco me puedo quejar de mis sitios para pasear, Alcalá de Henares además de un obispo de mierda, también tiene algunos rincones preciosos.

21.4.12

Happy Places / +60

Había olvidado la técnica, el truco maestro para llevar esto mejor, para tirar con más soltura. Se me había olvidado que existe un exterior al que mirar, no sólo un exterior "futuro", lo que haré cuando salga, que ahora parece más cercano, si no un exterior "pasado", lo vivido, los lugares visitados, las personas con las que he estado, las experiencias importantes. Todas estas experiencias han dejado una marca, insignificante o profunda, pero que ahí está. Entre ellas hay algunas que brillan y que son capaces de sacarte de cualquier lugar, por muy jodido que estés, por mucho dolor que sufras en ese momento, o te coma la desesperación, si consigue aferrarte a ellas, ahí están.

Caminar por la nieve en Amsterdam saliendo de casa y oírla crujir, Oosterpark, paseos por el Jordaan, una Estrella en una terraza o sentarme en la playa de Barcelona bien acompañado, con vino / birra / coca-cola y un poco de sushi barato celebrando hasta que se queda el culo frío en una noche en otoño, reírme cenando con unos amigos en casa, sentir el ardor en los cuadriceps y el viento encima de mi bici de camino a la playa del Prat a comer algo, las Guindas, una calçotada y un partido de fútbol después, noches de pizza y series en casa de mis apadrinadas, una encimera de mármol y desayunos en una terraza, "Peaches does herself", o mi cama compartida y caliente entre otros, son mis lugares donde huir, donde evadirme, en ocasiones es lo que me salva la vida.

La mejor manera de llegar a estos lugares es sobre todo la música, de hecho he empezado a ponerla en las curas que me hacen de la herida, a piñón y a un volumen razonablemente alto, y funciona, estoy menos nervioso, mas lejos de la mierda, que es de lo que se trata al final, y mi mente se va del lugar del dolor, no del todo, pero si lo suficiente.

Es genial haber tenido la suerte de vivir tantas cosas (y lo que queda).

PD.Yo creo que de esto ya he hablado...

16.4.12

Major Tom / +55

Últimamente tengo problemas con mi comunicación hacia el exterior, problemas devolviendo llamadas, mensajes, etc. Me estoy metiendo un poco en mi mismo cada día, por varias razones, pero sobre todo la de no saber ni siquiera una aproximación del día en el que voy a salir, el no notar que las cosas vayan mejor, aunque así lo digan los médicos y la gente que por aquí pasea, y comienzo a tener visión de túnel, eso que dice Calleja que te pasa en la alta montaña cuando de pronto tu visión se va reduciendo a un punto pequeño delante de ti.
Los días aquí pasan muy despacio, con unas mañanas horribles donde curas en los restos de una infección me machacan hasta la lágrima y la visita de los médicos trae esas de noticias de mejora que yo no noto y con las que sigo teniendo la sensación de no llegar a ninguna parte, las tardes son lentas, me mantengo entretenido con series, algún cómic que me trae mi hermana y durmiendo lo que en las noches intermitentes no suelo dormir.
Una rutina de mierda, para que andarnos con rodeos.
Espero dentro de poco tener ganas de comunicarme otra vez, me pondré al día con todos lo prometo, por ahora poco a poco que las fuerzas andan un poco flojas.

10.4.12

Su nombre era Morfina. / +49

Últimamente no paso demasiado por aqui, no despego demasiado la cabeza de la almohada, hablo como un borracho, ya sabéis, incoherencias, voz pegajosa y aquello de quedarse quedarse dormido cada dos por tres.
¿Me ahorra el dolor?, ni totalmente, ni se ocupa de lo más importante, el escozor, picor, y la molestia generalizada .
Ahora mismo me voy quedando dormido, lucho contra lo blando que se ha vuelto mi cuello y lo pesada que es mi cabeza, además de los parpados magnéticos, horribles.
Ya me he quedado dormido.

Es duro el cansancio como se acumula, los dias lo despacio que pasan, y como da la sensacion de que los que estan en el exterior no entienden tu ritmo diferente, tu necesidad de calma, de ir poco a poco, a un ritmo que tu cerebro, drogado, pueda procesar.

Es una sensación desagradable, muy muy desagradable.

Me vuelvo a quedar dormido.

29.3.12

Analizando el dolor / +37

Llevo muchos días sin escribir nada, sin decir demasiado a nadie, metido en la habitación, haciendo cosas, pero un poco sin ganas de hablar. La verdad es que el dolor constante, cada día, en cada prueba, te atonta, te vuelve perezoso y te va minando la moral poco a poco.
Desgraciadamente te lleva a un punto en el que no te apetece ni salir de la cama, y es una pena porque te sentirías mucho mejor, pero o no encuentras las fuerzas o siempre pasa algo cuando quieres hacerlo. Un ciclo raro en el que ves envuelto y del que no se sabe muy bien como salir.

Pero no estoy de mierda hasta el cuello, no nos equivoquemos, todo va bien, lo importante, va bien. La medula está funcionando ya a pleno rendimiento sin casi rechazo aparente, tengo 130.000 plaquetas, 4.000 leucocitos y 10 de hemoglobina, de hecho, si no fuese por la pseudomona que sigue dando positivo, llevaría ya en casa unos días, pero bueno, como poco me han dicho que aún, entre infección y reparación del tejido, y estas cosas me queda, como poco un mes más en el hospital.

Cosas buenas y malas, como siempre.

Por lo demás mucha música un par de libros nuevos uno de Errata Naturae y el último de Millás, y vuelvo poco a poco al ordenador.
Intentaré escribir más, además la gran Paloma Bravo me ha hecho una oferta muy difícil de rechazar.

Un saludo a todos.

16.3.12

Los que estaban ahí antes que yo, los que luchan por cambiar cosas y a los que de verdad hay que leer. / +24

Yo empecé con el blog muy muy tarde, mi tratamiento pretransplante empezó en Octubre, y hasta que no me habian transplantado la médula de mi madre no escribi nada, ahora cada día lo voy necesitando un poco más, pero mis entradas son personales, hablo de mi, de lo que me pasa de lo que pienso, no soy nada divulgativo, y quizá debería serlo más, no lo sé.
El caso es que detrás de todos los que tenemos este tipo de enfermedades hay una serie de gente que si que está luchando por que las cosas cambien, por concienciar por el trasplante de médula, por que todo se haga mejor, se lo están currando, por decirlo claro.
Airana, Janire, Elias, Cristian, Clara, Jose, Etibaliz, Eva, ellos son Pelones Peleones y son los que están dando un soporte mediatico y reivincativo a todo esto.

Leedlos, conocedlos, informaos, perticipad, haceros donantes que no cuesta nada, ayudad a salvar vidas.

Esto es lo de hoy.

14.3.12

UCI, Los días oscuros / +22

Esto no va a ser un post fácil de escribir, van a ser unas líneas crudas, con un nudo en la garganta, con miedo aún en el cuerpo, y quizá la última vez que escriba de manera tan personal, tan vulnerable.
Es una sensación extraña la de la certeza de la muerte, de darte cuenta de que por primera vez en tu vida, de verdad, tu cuerpo puede fallar y te puedes quedar ahí, que no hay nada que puedas hacer, sólo esperar, aguantar y tratar de mantener la cabeza en tu sitio mientras confías en que hacen todo lo que pueden por sacarte adelante, tu vida ya no está en tus manos, y te ves en el vacío.
Se muy bien que no soy ni mucho menos de los que me leéis y pasáis por lo mismo que yo, o algo parecido, el que peor está, que todos nos hemos visto envueltos en estos momentos críticos, límite, y ya sabéis de lo que hablo, pero para mi ha sido la primera y ha sido una experiencia abrumadora y aterradora.
La causa de todo fue un shock séptico.
En un pequeña herida entró una pseudomona resistente que se extendió por todo el cuerpo, provocando una fuerte caída de tensión durante días, fallo renal y problemas cardiacos y respiratorios, un fallo multiorgánico. La verdad es que te das cuenta, perfectamente de que algo va muy mal.
En la UCI además poco puedes hacer, mas que mirar al techo, estar tumbado, intentar dormir, algo que no se consigue casi nunca, y escuchar música, cuando la morfina te lo permite, porque los primeros días estás en una constante duermevela.
Los cables te rodean por todas partes, y los monitores. Te lava y te mueve el personal sanitario, y te sientes inútil, y encerrado y tremendamente vulnerable.
Por la cabeza no paraban de pasarme mi familia, amigos, la gente cercana a la que no quería dejar atrás, en general todo lo que había hecho y lo que quería hacer con ellos, y me daba fuerza y miedo, era una sensación extraña, potente. Pero casi siempre, entre visitas lo que había era vacío, e incertidumbre.

Pero todo pasa.

Ahora en la planta todo va cambiando rápido, voy recuperando las fuerzas cada día, un día más un paso más, la infección está controlada, las secuelas físicas de la UCI, la retención brutal de líquidos, la pérdida de masa muscular, las contracturas son menores cada día, y la cabeza va funcionando mejor.
Recupero el buen humor, poco a poco, y ya me puedo concentrar más, leer y estar mas activo, de aquí a una semana, seré el mismo, seguro.

Pero la huella de la UCI, del límite, el miedo, no creo que se me llegue a olvidar, ni creo que deba hacerlo.

1.3.12

Mp3 / +9

Y así de un salto he llegado al día +9, como quién no quiere la cosa, terminando la 3º semana y llegando al supuesto 50% del ingreso si todo va como debe, que seguro que sí.
¿Y cómo he legado hasta aquí? Pues en parte gracias a la música que ando escuchando todo el día.

En mi mp3 suenan The National, Vic Chesnut, Apparat, M83, Junip, Sufjan Stevens, Real Estate, Foals, Atención Tsunami, Autumn Comets, The Black Keys y muchos más que inundan esta habitación en el momento en el que me calzo los cascos negros que me aíslan de todo a mi alrededor.

Me tumbo en la cama, con el cuerpo extendido y los ojos cerrados, me relajo y empiezo a notar como cada nota rompe un poco más la pared, como mi cuerpo se hace un poco más ligero, y noto las piernas un poco sueltas, moviéndose al ritmo, y empiezo a ver cosas que no están ahí, a recodar lugares y personas.
Es una sensación increíble el asilamiento del sonido de la bomba del suero, de la televisión del viejo sordo que tengo en la habitación de al lado (señor de la habitación de al lado por favor, no ponga Sálvame a volúmenes de festival de música, si me lee, tenga piedad.)

Veo la playa de Barcelona, una botella de vino y cena con amigos entre la arena, la nieve en Amsterdam, la calle pasando rápida bajo las ruedas de Irina, mientras trato de dejar a Bernat atrás o me veo rodeado por May y Nerea en una Massa Crítica. Las cenas de los días de fútbol, el basket con Joan, la convivencia los últimos meses en Sants, o en Muntaner a la vuelta de Amsterdam, las cenas en el Kiosko, los cóckteles con Anita, los días con Manu Pequeño, Marc y Georgina en una terraza, y mil escenas más que me encanta recordar.

Y pienso e imagino y planeo, y estoy en Helsinki viendo nevar, y luego empiezo a ver cosas raras y se me va la cabeza un poco eso también es verdad.

Me he afeitado la barba hoy, que ya se me empezaba a caer, empiezo a parecer un enfermo otra vez, es raro mirarse al espejo después de haberme acostumbrado a la barba (la he echado de menos este invierno un puta barbaridad.)

Esta era mi pinta antes mientras la barba aún resistía la quimio.

28.2.12

A veces pasa / +7

Hoy estoy especialmente cansado, con esa sensación de peso extremo en todo mi cuerpo, como si cada brazo estuviera hecho de plomo, me cuesta separarlo lo justo del teclado como para escribir. Estoy gastando la hemoglobina que me queda rodando por las venas, y al no tener aún una médula funcional, noto como la fuerza se me va escapando poco a poco. Hoy me caen las primeras plaquetas ademas, que estas parece ser que se gastan más rápido.

He dormido mucho hoy, por la sensación esta de cansancio extremo, y he soñado mucho también, tengo una mente maravillosa que me evade de esta habitación en cuanto puede, lo que agradezco enormemente.

Hoy he estado en un complejo, una especie de residencia de estudiantes, donde vivíamos en unas casas rollo bungalow, con un salón enorme a la entrada conectado con la cocina, y después un baño y un cuarto bastante grandes, era un sitio bastante agradable. Vivía con mi amigo Marc C. en la puerta justo delante y quedábamos para tomar unas cervezas y ver el Barça, pero yo había quedado también con otra amiga que venia por la tarde. Ella venia en un bikini negro espectacular, y yo me obsesionaba con que tenia que limpiar el baño…algo así. Luego tenía un examen al que no quería ir porque me acaban de hacer un transplante y no había podido estudiar, pero Marc me obligaba. Al final me he escapado, con la amiga del bikini, y nos hemos ido a Ikea. Todo como con mucho sentido.

Me pesan las piernas, y las paredes supongo que un poco también, y me doy cuenta con estos sueños que hecho muchísimo mas de menos a la gente, a mi vida anterior, estar sentado en la playa de Barcelona, o pasear por Madrid de lo que yo pensaba, y que son cosas que aunque salga de aquí ya, en un mes mas o menos si todo va bien, no podré recuperar hasta dentro de mucho más tiempo, algo que no me agobia ni me hunde, pero me entristece un poco.

Los días de cansancio suelen llevar estas dinámicas de recuerdo y de echar de menos, es lo que hay.

27.2.12

Alimentado a la fuerza. / +6

Había decidido ponerme en huelga de hambre.
Había decidido no comer más, y en caso de haberlo hecho, expulsarlo rápidamente, sin tiempo a nutrir, en unos pocos minutos.
Darle caña al nuestro gobierno, ayudado por “la Náusea” y la “Quimio”, unas antisistema, con las que había conseguido unos cuantos días de éxito rotundo de la no-ingesta.
Lo malo es que mis médicos son unos fascistas del Vademecum, unos opresores de bata blanca, que me han pautado, durante unos días (y realmente para que deje de irme por la pata abajo, con la soltura con la que lo había llegado a dominar) la infame alimentación parentenal. Una bolsa de dos litros de nutrientes, que te entran por vena, y que te hacen sentir mejor y más persona.

Así pues, queridos lectores, durante unos días leerán las líneas de un hombre en proceso de alimentación involuntaria, y ya os iré contando como es este rollo, porque yo no tengo ni puta idea de como va la cosa.
La verdadera razón de todo esto es una algo llamado Mucositis, que ocurre después de la quimio y que, por causa de su toxicidad, altera las mucosas de todo el aparato digestivo, de la boca al mismísimo ano. Ya veis.

Voy a mirar “la bolsa de la comida” y a imaginar que es lo que estoy degustando, un saludo.

24.2.12

La náusea / día +4

La notas crecer en un punto indeterminado entre el final de la boca y el principio del estómago, como presionando un poco al principio, tenue, luego se expande, hacia adelante y hacia abajo, con un poco más de intensidad, como si se moviese, como con voluntad propia, la voluntad de terminar dándote por culo.
De pronto todo tu cuerpo se encuentra presa de ella, como una persona con la que te acostaste borracho y que por la mañana te abraza y te aprieta aún dormida. No se irá hasta que te vea vomitar.

El abrazo de la náusea es algo terrible, no letal, pero terrible.

Por otra parte hay nauseas rápidas y lentas, las que llevan a la arcada y al vómito en cuestión de minutos, aquellas que si nos diesen a elegir agradeceríamos todos, ya que el vómito, normalmente, es la mejor solución a la náusea (por lo menos durante un rato). Las lentas, aquellas que duran horas, que interrumpen cualquier actividad que necesitas hacer, en ocasiones te inmovilizan hasta el punto de no poderte mover de la cama/sillón/suelo/campo de patatas, o donde hayas caído presa de su constricción. Y éstas, amigos, suelen venir con una arcada lenta, en varios tiempos, la antesala ideal de un vómito exquisito.

Todos nos las hemos visto con ellas, en algún momento de nuestra vida, el que no lo admita, es un cabrón afortunado, miente o no tiene memoria (ni decencia alguna).

Yo por mi parte, llevo dos días disfrutando de su compañía exquisita, deliciosa y permanente.