21.7.15

Que me corten la cabeza.

Si no me enfadase tanto todo, todo el rato, me dolerían las manos de tanto aplaudir las ironías y las mierdas que se me cruzan por delante. Reírme de las estupideces que pasan, que hacen algunos, pero me enfado, porque soy bastante terco.
El verano me está sentando medio mal, la primavera fue mucho más productiva, y el otoño pinta bastante mejor.
¡Qué lleguen ya las noches frescas de chaqueta, dormir tapado y follar sin deshidratarse!
No puedo parar de tener ideas, la mayoría no demasiado buenas, y es que a veces me gustaría saber no pensar en nada, me gustaría haber jugado de pequeño a pensar en no pensar, pero nunca pasó y ahora no sé dejar de hacerlo.
Tres palabras recorren mi mente, rápidas, muy a menudo, no es importante cuáles son, sino la velocidad con la que llegan, se van y el poso que dejan al desaparecer.
Tengo que dejar de tener malas ideas, y de querer todo lo que tenéis vosotros.
Tengo que asumir que otro verano más lo voy a pasar sin bañarme.

11.7.15

Elbow.

Se me presenta estos días una situación complicada, una decisión en la que podría o no perder mucho.
No es una decisión fácil, si bien tengo claro que de lo que puedo prescindir con ella es algo que nunca he querido tener, no es una situación cómoda este "ahora o nunca".
A mis 31 años, casi 32, se me plantea algo que me puede cambiar totalmente la vida, una decisión totalmente irreversible.
Y la verdad es que no es la primera vez que estoy en una situación complicada, ni mucho menos, por mis manos han pasado documentos de consentimiento que todavía, cuando me recuerdo firmando, me hacen temblar un poco y siento una pequeña nausea de ansiedad.
Me han dicho que podía morir y me he preparado para ello, he aceptado tratamientos experimentales, me he sometido a procesos complejos que podrían haber sido desastrosos y aun así, cada vez, me sigue costando tomar ciertas decisiones. Por suerte todo en su momento salió bien, pero ahora llegan algunos de los efectos secundarios, no tanto a nivel médico, como a nivel vital.
Si bien es cierto que podría dejar al "Manu del futuro" que se encargue de ello posponiendo un año más este percal en el que me veo metido de lleno, quizá sea el momento de, por una vez, pararme en seco y pensar aquí y ahora, qué es lo que debo hacer, ya que el "Manu del pasado" me ha estado dejando este marrón desde hace ya un par de años y es bastante poco agradable.
Así que escucho Elbow, bebo cerveza, y me tiro en la cama, mientras me dicen al oído que "I´m reaching the age when decisions are made" (Me acerco a la edad en la que se toman decisiones).
Y aunque repito esta dinámica de tumbarme y pensar, siempre llego al mismo punto, no quiero dejar esto en las manos del "Manu del futuro", tengo que decidir ya, no puedo procrastinar esto mucho más. Tengo que tomar una maldita decisión.
Así que aquí estoy, arreglándome para salir de casa, bebiendo una segunda cerveza y pensando en qué cojones, mañana ya le daré otra vuelta más.

Elbow- Fly boy blue / Lunette



7.7.15

La historia del tiburón boreal.

El tiburón boreal ronda los siete metros de longitud, se mueve a una velocidad de dos kilómetros por hora y puede llegar a vivir doscientos años.
Es una especie solitaria, que vive en las frías aguas el abismo polar y puede vivir hasta a dos mil quinientos metros de profundidad.
Es un monstruo lento, ciego por culpa de un parásito que le devora los ojos desde que nace hasta que muere, que se guía por su olfato para conseguir alimento y que engulle cualquier cosa que caiga delante de su boca, desde animales vivos hasta carroña.

El tiburón boreal es un treintañero en un after a las doce de la mañana separado de su grupo de amigos.
Es un soltero en un festival en las últimas sesiones de la noche.
Es alguien a quién le ha dejado su pareja y busca en qué agujero meterse, meterla.
He visto más tiburones boreales una madrugada de verano en Madrid que en todos los programas de Discovery.
Todos hemos sido y somos tiburones boreales alguna vez.


1.7.15

La importancia de lo banal.

Hay cosas que no parecen importantes en su momento, o que no tomas por especiales, únicas, cosas que te pasan desapercibidas cuando las estás viviendo y que no te paras a imaginar cómo sería cuando te prohibiesen hacerlas.
Es algo curioso la "libertad de hacer", es algo que, por lo general, ninguno apreciamos demasiado hasta que notamos que nos falta.
Por ejemplo, hace poco he estado en el Primavera Sound, hacía mucho que no podía ir a un festival, que no me forzaba a mi mismo tanto, tantos días, tantas horas, tanta información.
Ya fui el año pasado, un sólo día, y otro más por la ciudad, estuvo bien, lo recuerdo con muchísimo cariño, por todo, pero esta vez todo era diferente.
No iba solo, para nada, de hecho la compañía no pudo ser mejor, la gente a la que vi, los grupos que disfruté, Barcelona y el Forum, todo genial. Lo viví con intensidad, lo disfruté, saboreé cada concierto, cada cerveza, cada abrazo. Parece una chorrada, pero esa libertad, el poder estar allí, es algo que necesitaba. Pero ese era yo, viéndolo desde la perspectiva de alguien que lo perdió todo y ahora recupera cosas.
Mis amigos, mis conocidos, la gente con la que coincidí allí, todos tenían algo de que quejarse, casi todos. Y es que la gente se queja de todo, todo el rato, con esta sensación de que podrán seguir haciendo lo que les plazca mañana. La gente no le da importancia a las cosas banales, al ahora, porque mañana lo seguirá teniendo, y esto en ocasiones es un error. Yo mismo, aún habiendo estado a punto de morir, todavía sufro y pierdo el tiempo con tonterías, dejo pasar oportunidades y luego me lamento.
Porque, aunque me joda reconocerlo, supongo que yo también soy como todos los demás, y sigo sin darme cuenta de lo importantes que son las cosas hasta que las pierdo. Porque somos unos imbéciles que no sabemos apreciar la libertad que tenemos, hasta que nos la quitan.