27.2.13

El año. El post del día después. Retrospectiva. /1 año 6 días


Me siento delante del ordenador y abro el reproductor, busco una lista, una en concreto, una que consiguió eliminar de mi cabeza el dolor, la soledad, el ansia, una que empieza con canciones lentas, crecientes, que hablan de la furia en tu cama y tu cabeza. 
Recuerdo todo lo que he pasado para llegar hasta aquí, lo lejano que parece, como una especie de gran broma cósmica, ya que nada es lo suficientemente serio, nada es lo suficientemente real (una postura muy fácil de defender desde mi posición, donde todo ha salido relativamente bien y que en ocasiones es un escudo y en otras honestidad pura).
Los últimos resultados han salido bien, muy bien. No lo había dicho antes porque estaba, básicamente, disfrutando la buena noticia.
Recuerdo el momento en el que me lo explicaban todo, como si fuera ayer, la llamada de mi madre, los mensajes en el contestador del móvil, los nervios, el gin & tonic que me estaba tomando, que quedó a medias y que aún espera el momento.
Mis padres y mi hermana cuando nos vimos por fin después de las llamadas de teléfono.
La mirada de Carla, la pobre, que me acababa de conocer y que estaba a mi lado. 
Manu cuando entró por la puerta.
Lo curioso es que a la vez es un recuerdo tan lejano, tan tamizado por todo lo que vino después, que no sabría recordar las palabras exactas. Recaída. Transplante. Quimio. Hospital. Esas seguro.
Las recuerdo.
Luego todo fue muy rápido. Volví a Barcelona a poner algunas cosas en orden, despedirme. Hice una fiesta, celebre con mis amigos, les necesitaba, pensaba que iba a morir, sabia que iba a morir, este momento además se repetiría muchas veces. Siempre me dio mucha pena, pero nunca me dio miedo. Creo que lo que más sentía era culpabilidad.
"Soy la furia en tu cabeza, soy el fantasma en la parte de atrás de tu cabeza". Eso era. Pena y furia.
Todo empezó rápido a la vuelta de Barcelona, todo fue rodado pero la quimio no funcionaba y hubo que probar otra. Esta tampoco funciono. (Hay veces que iré muy rápido contando estas cosas, no es un recurso narrativo ni miedo, es pereza).
Recuerdo pasear por los pasillos del hospital, con la mascarilla, tapando la máquina del suero para que no le diera el sol, mirando los arboles por la ventana, escuchando una canción que me hablaba de que daba igual donde fuera, que daba igual ir solo, que no os preocuparais porque dónde iba era mi casa. Soy un poco idiota con estas cosas y me reconfortan, una buena canción, una buena melodía en el momento justo, es casi como un empujón o el abrazo de alguien que te quiere. Sobre todo en determinados momentos.
Aún se me revuelven las tripas con determinadas canciones que me ponía en el hospital.
Cuando la tercera quimio no funciono y fuimos a por una que se usa exclusivamente para niños pensé que era el final, que ya tocaba y que bueno, todo había ido muy bien hasta ese momento. 
Escribí mucho, le di vueltas a todo, negocié cosas que ahora creo increíbles y me preparé. Pero soy un tipo jodidamente afortunado, de verdad, tengo mucha suerte. Y funcionó.
La enfermedad remitió, ya estaba preparado para el transplante de la médula de mi madre (joder, en serio, qué haría yo sin mi madre. A veces estar más tranquilo y siempre más aburrido, eso es así). Así que todo se aceleró aún más.
Navidades en casa y nuevo hospital preparado. Descanso. Familia. 
Esa era para mi la última navidad, soy un poco como un perro con estas cosas, todo puede ser lo último. A veces es agotador.
En el Marañón, arropado por familia, amigos, donantes de plaquetas, enfermeras, médicos y un montón de gente que forman esa barrera invisible entre la locura y la soledad y el mundo real. Ellos no lo saben y yo no se lo he dicho nunca, pero son la red de seguridad que ha parado muchas de las grandes caídas. Aunque si soy sincero, también son una grandísima responsabilidad para un enfermo, esto es así, aunque no les pueda gustar leerlo, muchas veces sólo por no defraudar a los demás sigues luchando y no te dejas llevar.
Las quimios empezaron con fuerza, golpeando como un martillo neumático, moldeando, reduciendo, destruyendo y matando cada centímetro de mi cuerpo. Y poco a poco cambiando mi cabeza y mi animo. 
Algo que nunca quise perder, la cordura, se escapó por momentos y ahora que lo veo desde lejos la verdad es que lo agradezco, muchas veces mi mente no estaba ahí, ni en ningún sitio, sólo estaba desconectada.
Casi siempre llevada a la deriva por la música, los libros, las charlas. Sólo la náusea, el dolor o la furia la traían de vuelta.
Tengo que hacer una confesión, no he sufrido tanto como creéis, ni tan poco como os hice creer, es algo difícil de explicar. El sufrimiento es relativo supongo.
Los días después de las quimios pasan despacio se arrastran contigo por la habitación, por los cuadernos que rellenas llenos de mierda, la tele basura, las series y películas, los crucigramas de tu madre y las visitas. 
Análisis, noticias, cambios bruscos, días que parecen semanas y llega le momento de la infusión, el día 0.
Y no notas nada raro. Nada.
Y empiezas a contar hacia arriba, +1,+2,+3… y te sientes peor, cada puto día te sientes peor y de pronto, una vez más, crees morir.
Fiebre constante, dolor, reacciones extrañas de tu cuerpo, falta de fuerzas, análisis de sangre y fallo renal. La peor bacteria que te podía infectar, la tienes. Todo se vuelve negro. 
Vas a morirte, esta vez si.
Vuelve la furia esta vez tienes miedo, estas muy asustado, pero no lo puedes admitir, porque eso sería rendirte y no quieres decepcionar a nadie.
Te ves rodeado de cables, en una habitación nueva donde cada poco rato te vienen a mirar. Pero miran las máquinas no a ti.
En la UCI estás solo casi todo el tiempo, drogado, oyendo las conversaciones a medias, sabiendo que algo va mal. No puedes dormir, no puedes pensar, no puedes comer, no puedes razonar.
Te vienen a ver y notas como la gente te mira, como te quieren, lo preocupados que están todos y tu hasta el culo de morfina, colocadísimo, aterrado y casi sin sentir nada más que un dolor sordo, sólo quieres volver a subir a tu pecera, a tu puta habitación y que todo sea como era unos pocos días antes. Hasta ese punto has llegado, quieres volver a vomitar y estar cansado, no quieres seguir siendo un trozo de carne que no puede pensar atado a una máquina.
Resulta, una vez más, que eres un hombre afortunado y un arranque prematuro de tu médula nueva te saca de la UCI, tus riñones se recuperan, tu corazón late a una velocidad normal, y la bacteria empieza a remitir, sólo estás hinchado, 140kg de carne que vuelve a una habitación cerrada, sonriendo, sin saber aún cuándo saldrá de ahí pero tranquilo porque al menos estará consciente, pase lo que pase.
Lo que este trozo de carne no sabe es que la furia y la pena no son lo único que le queda por pasar. Pero el muy cabrón, afortunado y un poco gilipollas, sale sonriendo.
Entonces llega el dolor. 
Cada día. Cada puta mañana. Enfermeras y médicos vienen a curar los destrozos de la bacteria. La parte necrosada que ha sido removida quirúrgicamente ha dejado la carne y los nervios al descubierto y hay que preparar la zona para un injerto. 
Cada mañana. Cada puta mañana, durante 15 minutos, vas a sentir el dolor más intenso que has sufrido en tu vida, no habrá nada comparable. 
Cada mañana. Cada puta mañana, vas a gritar, a llorar, vas a sufrir lo que no has sufrido y ni siquiera sabrás si va a servir para algo, sabes, vas a querer haber muerto.
Cada mañana. Cada puta mañana.
Pero eres un hombre afortunado, sabes lo que tienes que hacer, lo haces, el dolor pasa y todo sale, como siempre, relativamente bien. 
Y la música te ayudará desde el punto al que las drogas, la mano de tu madre que aprietas, la mirada de tu padre, tu hermana, esa enfermera o tus ánimos no llegan y sonará una vez más, esa frase, "soy la furia en tu cabeza" y en ese momento, siguiendo el ritmo con el pie en la cama del hospital mientras calambrazos de dolor recorren tus piernas, cambias el color del dolor, te centras en un mar congelado y todo pasa más rápido. 
"Olvida el dolor aquí","Olvida el dolor aquí", todavía me pone los pelos de punta.
Tus cifras suben, vas perdiendo kilos de agua, en parte porque una pesada te hace levantarte de la cama constantemente. Aprendes a andar, una vez mas. Haces ejercicio, tus amigos te ayudan a movilizarte, tu madre te da masajes, tu padre te ayuda con ejercicios de piernas. Recuperas los pedales y sueñas con la bici, con correr, con notar el sol en la cara.
Mierda, todo empieza a ir bien. 
Muy bien.
Y sales del hospital, con mil restricciones, con mil medicinas, mil historias que son un verdadero peñazo, que condicionaran tu vida, pero joder, "¡JODER!" gritas cuando te da el aire en la cara, el sol, en medio de la calle Maiquez, sonríes y dices, "JO-DER". Y piensas que, literalmente, "hostia puta no ha sido para tanto". Así de bien hablo conmigo mismo
Es cierto que no puedes caminar bien y que no quieres que te cojan del brazo y vas despacio, caminando como un viejo hacia el coche, un esfuerzo brutal que estas encantado de hacer.
Joder, repites una y otra vez, joder, joder, joder. Y sonríes.

Miro atrás, con cuidado para no mancharme de mierda, para no perder el equilibrio al borde del precipicio que para un enfermo puede ser recordar estas cosas y me parece que el tiempo ha pasado rapidísimo, que casi fue ayer, pero ha pasado un año ya.
Entero, con sus 365 días, unos cuatro meses más desde la llamada y el gin & tonic inacabado.
He recuperado casi todo lo que perdí, es verdad que ahora vivo condicionado, quiera o no, por todo ello y que casi siempre me importa un carajo, pero siempre llevas un poco de chepa a la espalda, una mochila pequeña de niño de 5 años, llena de basura, piedras, miedo y que nunca abres. 
Te has dejado el almuerzo en el tupper sin lavar demasiado tiempo y ahora es peor abrirlo que tirarlo así. Pero aún no estás preparado para tirarlo, así que lo llevas a cuestas. Esto es.
Y esta bien.
Todo esta bien.
Y sigue bien.
Y joder y qué cojones y hostia puta y todo, como casi siempre, me ha salido bien.
Porque no os olvidéis nunca de esto, soy un tipo tremendamente afortunado. Y con mucho morro también.

Ha pasado un año y a vosotros los que estáis, estuvisteis y estaréis. Muchísimas gracias.


La canción de la furia y de olvidar el dolor es "Spanish Sahara" de Foals.




8 comentarios:

  1. Leer todo esto me ha traído demasiados recuerdos, buenos y malos, de esos intensos meses...es una ´epoca muy oscura en mi memoria, y cada vez que pienso "ya pasó!" pienso en la enorme suerte que hemos tenido. Tú y los que te queremos.

    a.

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    1. Hay que pensar que ya pasó, y dejó cosas de puta madre detrás también.
      No se quién eres (no exactamente), pero me alegro que me quieras y sé que te he querido también.
      Nunca se debe olvidar nada.

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  2. Joder Manu, y te leo y me doy cuenta que si tú eres afortunado, yo lo he sido aún más. Mi periplo ha sido un camino de rosas.

    De todo el post me quedo por una frase, porque sin quererlo has plasmado lo que yo he sentido durante mucho tiempo y no sabía como expresarlo: "...no he sufrido tanto como creéis, ni tan poco como os hice creer, es algo difícil de explicar. El sufrimiento es relativo supongo..."

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    1. Soy un tipo con suerte, eso es así.
      Pero cada uno pasa lo suyo y es lo que digo, "el sufrimiento es relativo" cada uno lo lleva como puede, nadie sufre más o menos, supongo.

      Fue genial conoceros al fin, vuelvo pronto ;)

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  3. tio, no te conozco y ahora solo puedo pensar JO-DER! joder joder.

    es usted grande

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  4. Yo tampoco te conozco, pero tenía que decirte que escribes jodidamente bien.

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  5. He leído este post con la ventaja de haber oído hablar de tu historia a los pelones. Pero mi estómago es un vaivén.
    Niño no sé si serás un chico con suerte pero sin con un par de... para afrontar la vida.
    Al final en la vida todo es un empezar de nuevo.

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  6. Vaya crónica Manu, me has hecho recordar muchas cosas y todas buenas, habrá que sacar algo positivo de tanto sufrimiento, lo demuestras muy bien con tus palabras, nos has entrenado a todos a saber salir del tunel, yo como tú con la música. Enhorabuena campeón

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