7.10.13

Isabel. Una hermana.

Tengo una hermana, bueno tengo dos hermanas y un hermano, pero hoy sólo hablaré de una de ellas, de la mayor, porque ayer fue su cumpleaños y soy un descastado y no le dije nada.
Soy un descastado y un despistado y bastante torpe.
Isabel, mi hermana, es una mujer con carácter, tanto como yo, de los cuatro hermanos podríamos decir que ella y yo siempre tenemos la culpa de lo que pasa en casa, bien porque la tengamos de verdad (ambos opinamos que pocas veces pasa) o porque discutimos casi siempre, sino como deporte, como una manera especial de comunicación, es un poco nuestro rollo, somos unos toca pelotas, ella lo negará y se estará riendo o cabreando, pero es porque tenemos convicciones fuertes y siempre tenemos razón.
Isabel es madre de tres hijos, dos niños y una niña. Tres niños brillantes, cada uno con un carácter totalmente distinto al otro, tres niños increíbles, los mejores sobrinos, en los que se reconoce la educación que les dan sus padres, sus abuelos y de vez en cuando, cuando vienen a España, sus tíos.
Mi hermana es desordenada, ella me miraría mal ahora mismo, me diría que menuda imagen doy, pero yo soy desordenado, como ella. Somos de estas personas que saben donde esta cada cosa aunque no esté en su sitio.
Nunca he hablado con Isabel directamente de algunas cosas que quiero compartir aquí, porque escribirlo es más fácil, y porque quiero que sepáis qué clase de mujer es mi hermana mayor.
Isabel estuvo lejos la primera vez que tuve leucemia, estaba dando a luz a Diego, el primero de mis sobrinos, y ella no sabe lo mucho que la eché de menos, sé que lo paso mal estando tan lejos, pero la razón era la mejor razón por la que no poder venir. Estuvo ahí, aún sin estar, eso es lo que importa al final. Sé que a mi hermana, por razones que no hace falta comentar, le dolía especialmente tener a un hermano en una situación tan grave como la mía, no me imagino el miedo que han pasado los que estaban a mi alrededor, el miedo que pasan, no me imagino el miedo que pasa ella.
Pero es esta segunda vez, en esta recaída, cuando está más presente, más encima, llamando, viniendo siempre que ha podido, quedándose en el hospital, como queriendo recuperar el tiempo perdido. No fue la única, mi madre y mis amigos me matan si no lo digo, todos me cuidaron muchísimo, pero este texto va sobre ella.
Promovió la donación de médula en su ciudad, donde no había ningún movimiento para ello, se puso en contacto con la Fundación Josep Carreras, estuvo siempre pendiente de las noticias, de otros enfermos, de darme información, me puso en contacto con los Pelones Peleones, me llamaba, me preguntaba. Muchas veces se ponía, se pone, un poco pesada “come sano”, “el ajo es buenísimo”, “he leído que las semillas de -nombre raro aquí- son buenísimas para las defensas”. Ahora me manda cosas de videos y bicis, cosas que me puedan gustar por Facebook o me lo comenta por teléfono.
La recuerdo en los días en la UCI, recuerdo poco de esos días, estaba muy drogado, pero tenerla ahí, que esta vez pudiera venir más tiempo, fue bueno, me hacía sentir bien tenerla cerca.
Me hace sentir bien cómo me mira cuando me ve fuera del hospital.
Me ayudó a tomar alguna decisión difícil, en un paseo por el río, sobre seguir o no haciendo algo que no sabía si iba a ser bueno para mí. Ella no se acordará de esto, porque no le dije lo importante que fue, pero bueno, ahí estuvo.
Soy un tipo bastante seco, no suelo dar muestras de afecto, no sé por qué soy así, pero bueno. Siempre me he sentido muy cercano a ella, no sé si lo sabe, no creo, pero creo que somos los más parecidos de los cuatro hermanos, al menos es en ella en la que veo más cosas parecidas a mi.
Quiero muchísimo a mi hermana Isabel, llevo prometiéndola que iré a Vichy a pasar unos días con ella y con mis sobrinos demasiado tiempo, y creo que el mes que viene me escapo a hacer de tio y hermano un poco.
No voy a decir la edad que tiene, porque está feo, pero hermana FELICIDADES

No te acostumbres a que diga tantas cosas buenas de ti.

Isabel no fue la única que estuvo, ni mucho menos, pero es a la que menos veo, y aunque no se lo diga, la echo de menos.

Hermana joder, ¡que te echo de menos!


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