10.10.13

Endorfinas contra la tristeza, Cabrales contra el dolor.

Es como una bola de mierda caliente y humeante latiendo dentro de ti, un nudo en la garganta, por muy típico que suene, ganas de hacer algo y no saber el qué, una sensación odiosa, pesada, gris.
Es un sentimiento opaco, no te deja pensar con claridad, no sabes reaccionar, no sé cómo reaccionar.
Da igual lo que hayas vivido anteriormente, da igual cuantas hostias te hayan dado, porque cuando una de ellas te pilla de improviso, en ayunas, despistado y quizá un poco vulnerable, la hostia te la llevas como si fuera la primera vez.
Aún no he comido hoy, sé que si como algo lo veré todo más claro, el queso da la felicidad y no es una amenaza pero tengo mucho queso en mi poder ahora mismo.
Hace que tu cuerpo parezca más pesado, tu cabeza más lenta y tú te vuelves más hostil, menos razonable. Podría matar a alguien con mis propias manos ahora mismo, pero esta sensación seguro que me haría dejarlo a la mitad porque la desidia y la tristeza siempre vienen juntas.
Me han dicho últimamente que no soy demasiado empático, que soy muy didáctico y racional cuando alguien me cuenta algo que le ha pasado, supongo que es parte porque sentimientos como este, esta tristeza extraña, me cuesta mucho compartirlos, porque casi siempre es irracional o no me creo con derecho a sentirla.
Soy una persona muy sensible, no me da miedo decirlo, los que me conocen bien lo saben, pero todos nos guardamos cosas, yo uso el blog, en ocasiones, como vía de escape de estos montones de mierda, si lo cuento aquí, si hablo de lo que siento, no tengo porque demostrarlo en persona, ya lo habrán leído los que lo tengan que haber leído.
El queso va haciendo su efecto, endorfinas contra la tristeza, cabrales contra el dolor.
Todo está un poco más claro. La sensación sigue ahí, pero ahora sabe diferente, huele diferente.


Voy a seguir comiendo, sólo quería dejar aquí un poco de mierda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario