9.9.13

Casi otoño.

Se acaba el calor, o debería al menos empezar a ser más soportable. Empieza a ser el momento en el que pueda dedicar más tiempo a curar heridas, a tratar más a fondo mis limitaciones, intentar otro año luchar contra la frustración de llevar un ritmo diferente, la mascarilla, las pastillas, el catéter, sentir que me muevo más despacio, que sólo veo vuestras nucas delante de mi, recordándome que voy tarde, que al menos sigo aquí, pero que soy el último en llegar y que aún no puedo ponerme a la altura.
Se hace más difícil cuando el imput que recibes del mundo exterior es como es, deformado, en el que todo es siempre mejor de lo que ha sido. Me cago en vuestras fotos de vacaciones, me cago en vuestros submarinismos, vuestros festivales, vuestras noches de fiesta.
Me cago en la puta vida que no puedo tener, y me cago en que a veces amargue la que tengo.
Luego se me pasa.
Se acaba el calor y se acaban las terrazas, los bares se van a llenar, la gente va a empezar a expulsar virus con cada tos, estornudo o beso, voy a empezar a ver gérmenes por todas partes, voy a empezar a tener miedo, y estoy un poco hasta los huevos de esta sensación, que poco a poco, creo, me estoy quitando de encima, pero no es fácil.
Odio el verano, odio el invierno, odio mis defensas deprimidas que me deprimen y me amargan.
Pero, siempre hay un pero, empiezan las noches en casa viendo una película, los días de cines medio vacíos a horas en las que los demás estáis trabajando, las cafeterías desconocidas con poca gente donde leer, los paseos abrigado, abrazado, agarrando su culo, los domingos por la mañana en la cama, tapado, abrazado, agarrando su culo.
Tenía la esperanza de viajar, de ir al norte, hablar otro idioma durante días, beber cerveza, ver amigos que hace años que sólo veo a través de una pantalla de ordenador, y tenía esa esperanza porque en el fondo soy imbécil, un imbécil optimista aunque vaya de lo contrario, que siempre piensa que en la próxima revisión le quitarían el catéter, alguna medicina, alguna limitación, pero no. Todo sigue, más o menos, igual.

Debería estar acostumbrado, debería ser todo más fácil, ya son casi dos años, ¿o son ya dos años? He perdido la cuenta.

No puedo evitar sentirme inferior, diferente, limitado, sentir que os movéis a un ritmo mucho más rápido que el mío.
No lo puedo evitar, pero intento hacerlo.


1 comentario:

  1. A veces es como si lo que yo no sé expresar pudieras contarlo tú.

    Yo voy a tu ritmo, Big.

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