4.7.13

De la Calle del León a la Calle del Espíritu Santo.

Te levantas, has dormido poco, estás cansado, ayer el sexo se te fue de las manos una vez más y no pensaste que hoy tendrías que ir a trabajar.
Te metes en la ducha mientras ella se seca el pelo, está preciosa, no estas seguro de cuando ha salido de la cama pero crees recordar un beso y su piel húmeda dándote los buenos días.
El agua de la ducha está fría, en estos días de verano es lo mejor, en el baño se apilan distintos botes de gel y champú, esponjas de nuevos compañeros de piso, toallas húmedas, productos de belleza femeninos y cuchillas de afeitar. 
Todo es nuevo menos la sensación. Esto ya lo has hecho antes, no es la primera vez que te vas, no lo recuerdas exactamente, no es lo mismo que otras veces pero te resulta familiar. 
Una casa nueva una vez más.
Sales de la ducha y ella casi está lista, camisa blanca, con los dos últimos botones sin cerrar para que asome un poco el sujetador y la poca brisa que haya a estas horas la refresque un poco, tú lo agradeces, ese escote merece estar a la vista. Su falda corta vaquera deja ver unos muslos y unas piernas aun no oscurecidas por el sol, suaves, firmes y que terminan en unas Vans negras de lona. Es un privilegio poder verla desde el primer minuto del día, convierte lo jodido de madrugar en algo completamente diferente.
Ahora el espejo es tuyo, el catéter asoma de tu pecho, es un recordatorio constante de tu fragilidad, una fragilidad que hoy importa un poco menos, ayer todo fueron buenas noticias con tu médico y tienes un mes más de tregua, todo sigue bien. 
Te ves más delgado, más fuerte, las ojeras te las ganaste anoche a pulso, a golpe de cadera, lengua, sonrisa y bofetón, las agujetas tienen también algo que decir al respecto, pero son dolores agradecidos que te recuerdan que tu estado físico sólo va a mejor, igual que tu vida por mucho que seas un neurótico.
Terminas de vestirte, no hay tiempo para desayunar pero te da igual, bajas las escaleras de tu nuevo edificio y sales a tu nuevo barrio, que a estas horas es totalmente diferente a lo que viste ayer al llegar a casa. No quedan guiris borrachos, los bares están cerrados, sólo algún camión de reparto que atraviesa ruidoso y un par de viejos que no dejan pasar desapercibido el precioso escote de esa sonriente pelirroja con la que has salido del portal.
Esta es tu nueva rutina, podrás ir andando al trabajo, podrás despertarte algún día con ella, ya no estarás lejos de la ciudad donde pasa todo. No más coche, ni cercanías, por fin, de nuevo, tus pies y tu bici te van a llevar a cualquier parte.
Todo vuelve a empezar, después de dos años vuelves a una dinámica conocida que has echado de menos, en una ciudad a la que nunca quisiste volver y de la que ahora ya no quieres irte. Has echado un ancla o has terminado por aceptar la cadena que te pusieron al cuello y de la que ahora sólo queda un pastillero y un tubo blanco en tu pecho para recordarte todo lo que has pasado y lo que queda aún por pasar.
Cruzas Gran Via, ahora caminas sólo después de que ella se desviara hacía el metro y tú disfrutaras del espectáculo de verla caminar alejándose de ti, los tatuajes en sus gemelos siempre te hacen sonreír y ese culo no tiene precio. 
La calle Fuencarral a estas horas es incluso agradable y no ese hervidero de gente deseando gastarse dinero en el que se convertirá en unas horas. Disfrutas de tu café para llevar, poco a poco, aunque sea una mierda de cadena americana a la que juraste no volver, a estas horas, con este sueño y lo redonda que está siendo la mañana lo disfrutas. La música que suena en los cascos, la gente, sus caras de mierda en contraposición con tu sonrisa de gilipollas con la que dices a todo el mundo "joderos, mi mañana está siendo de puta madre" y la perspectiva de empezar a currar en el estudio otra vez y de una manera más regular, están terminado de ponerte de un buen humor bastante inusual en alguien con tu carácter, estás tan contento que hasta mandas un mensaje a tu ex para tomar un café con ella y ver cómo le va la vida, echas un poco de menos su sarcasmo y su buen humor en estas ocasiones.
Esta vez todo marcha bien, no hay un último giro de guión, no hay un pensamiento negativo, ni miedo, nada. Esta vez entras en el estudio, te sientas delante del ordenador y con la misma sonrisa con la que has salido de casa das al play, te tomas las nueve pastillas del tirón con un zúmo y como una persona normal te pones a currar.
Hoy parece que todo encaja que todo va a ir bien.

Porque, joder, quizá y sólo quizá, puede que todo vaya bien.

1 comentario:

  1. Que bieenn !!!!! Me has contagiado ese buen rollo
    Gracias guapo.

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