27.8.12

Un texto difícil de olvidar. / +187

Iba a escribir un post de puta madre, lo iba a petar, estaba seguro, tenía la inspiración en la
punta de los dedos, que corrían desbocados por el teclado.
Os hablaba de un paseo en coche ayer por la noche después de cenar con unos amigos, de lo
que me gusta Madrid de noche, casi vacía, en estos últimos días de verano, cuando por la
noche las calles son tuyas.
Decía que tenía ansia por largarme de aquí otra vez, otra vez quería irme, y otra vez os lo
contaba, que creo que son ya unas cuantas.
Comentaba que hace casi un año que todo empezó y que se me ha pasado volando. Se ha
pasado volando ahora que lo miro desde fuera, porque en su momento el tiempo caía denso y
pegajoso como el petróleo (iba a poner la miel, pero es demasiado dulce, y en ese momento el
tiempo era asqueroso e inflamable, esto igual sólo lo entiendo yo, pero ya va bien).
El post era una pasada, el que estaba escribiendo, ágil, intenso, lleno de metáforas locas e
imaginativas, de momentos graciosos, un descojone a la par que desgarrador.
Las mujeres iban a llorar y sentirse irremediablemente atraídas hacia mí, sin medida. Los
hombres me odiarían, pero en secreto admirarían mi prosa, con una sensación ambigua, pero
bonita, que iba a desafiar los límites de su masculinidad.
Después de los llantos del enfermo a los que os tengo acostumbrados, la genialidad surgía, de
cada letra, cada construcción, cada frase. Era un santo grial en una pantalla de ordenador,
blanco sobre negro para deslumbrar a los no creyentes. Era el evangelio de Cristo hecho bits,
01001100101001, un código binario que rivalizaba con el mismísimo David de Miguel Ángel.
Blogger hubiese explotado de éxtasis, estoy seguro.
Yo levitaba en mi silla de Ikea, como un santo, entregado a vosotros por un Dios desconocido
hasta el momento.
El hijo de Dios, un primo lejano del mismísimo Buda. El clon de Cristo. Satanás redimido. Todo
en uno.
Pero de pronto ha sucedido algo horrible, algo que de ninguna manera podía esperar que
pasara, al menos no tan pronto por la mañana, algo que suele pasar al menos dentro de unos
10 o 15 minutos, no hasta la hora del aperitivo.
A las 13.30 GMT, es cuando suele ocurrir. Un pequeño Apocalipsis periódico, un fin del mundo
programado.
Lo he notado en las manos, en los ojos, y sobre todo en el estómago, que con un sonido
parecido al de aquellos módems de 56k, parecía cantar una canción tribal, una llamada a la
acción.

Señores, me ha dado hambre, y pereza, y se me han quitado las ganas de escribir, y mi
maravilloso texto, que además era la solución a la crisis, no solo la de nuestro país, sino la crisis
económica, moral, cultural y religiosa del mundo entero, se ha perdido, lo he borrado.
Así, sin más. La solución a todo mal, perdida por un impulso visceral, por el sonido del jugo
gástrico en ebullición.
Así es como acaba el mundo.

Pero bueno, otra vez será.
Por mi parte voy a por unos kiwis que no ando muy fino de visitas al baño estos días.

5 comentarios:

  1. jajajaj...me ha encantado!! y aún así siento una irreprimible atracción por usted, my dear melón.

    A.

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  2. Y ahora estarás con la digestión de los kiwis...
    Yo he llegado hasta aquí a través de los blogs de Mónika y Carmen, hace un mes, más o menos, pero todavía no me había decidido a comentar y hoy tu no-texto me ha animado a hacerlo.
    Besossssssss y buen provecho

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  3. Además de Grande eres GENIAL!!!!
    MIL BESINESSSS

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  4. Muy bueno!besitoss
    Tu tía Patri

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  5. 'Yo levitaba en mi silla de Ikea' pues es una lástima que se te haya borrado porque lo estabas bordando... esa cortisona!!! diles que te bajen la dosis que se te va la inspiración a hacer puñetas!!!

    Bss con neupogen

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