Tengo una hermana, bueno tengo dos
hermanas y un hermano, pero hoy sólo hablaré de una de ellas, de la
mayor, porque ayer fue su cumpleaños y soy un descastado y no le
dije nada.
Soy un descastado y un despistado y
bastante torpe.
Isabel, mi hermana, es una mujer con
carácter, tanto como yo, de los cuatro hermanos podríamos decir que
ella y yo siempre tenemos la culpa de lo que pasa en casa, bien
porque la tengamos de verdad (ambos opinamos que pocas veces pasa) o
porque discutimos casi siempre, sino como deporte, como una manera
especial de comunicación, es un poco nuestro rollo, somos unos toca
pelotas, ella lo negará y se estará riendo o cabreando, pero es
porque tenemos convicciones fuertes y siempre tenemos razón.
Isabel es madre de tres hijos, dos
niños y una niña. Tres niños brillantes, cada uno con un carácter
totalmente distinto al otro, tres niños increíbles, los mejores
sobrinos, en los que se reconoce la educación que les dan sus
padres, sus abuelos y de vez en cuando, cuando vienen a España, sus
tíos.
Mi hermana es desordenada, ella me
miraría mal ahora mismo, me diría que menuda imagen doy, pero yo
soy desordenado, como ella. Somos de estas personas que saben donde
esta cada cosa aunque no esté en su sitio.
Nunca he hablado con Isabel
directamente de algunas cosas que quiero compartir aquí, porque
escribirlo es más fácil, y porque quiero que sepáis qué clase de
mujer es mi hermana mayor.
Isabel estuvo lejos la primera vez que
tuve leucemia, estaba dando a luz a Diego, el primero de mis
sobrinos, y ella no sabe lo mucho que la eché de menos, sé que lo
paso mal estando tan lejos, pero la razón era la mejor razón por la
que no poder venir. Estuvo ahí, aún sin estar, eso es lo que
importa al final. Sé que a mi hermana, por razones que no hace falta
comentar, le dolía especialmente tener a un hermano en una situación
tan grave como la mía, no me imagino el miedo que han pasado los que
estaban a mi alrededor, el miedo que pasan, no me imagino el miedo
que pasa ella.
Pero es esta segunda vez, en esta
recaída, cuando está más presente, más encima, llamando, viniendo
siempre que ha podido, quedándose en el hospital, como queriendo
recuperar el tiempo perdido. No fue la única, mi madre y mis amigos
me matan si no lo digo, todos me cuidaron muchísimo, pero este texto
va sobre ella.
Promovió la donación de médula en su
ciudad, donde no había ningún movimiento para ello, se puso en
contacto con la Fundación Josep Carreras, estuvo siempre pendiente
de las noticias, de otros enfermos, de darme información, me puso en
contacto con los Pelones Peleones, me llamaba, me preguntaba. Muchas
veces se ponía, se pone, un poco pesada “come sano”, “el ajo
es buenísimo”, “he leído que las semillas de -nombre raro aquí-
son buenísimas para las defensas”. Ahora me manda cosas de videos
y bicis, cosas que me puedan gustar por Facebook o me lo comenta por
teléfono.
La recuerdo en los días en la UCI,
recuerdo poco de esos días, estaba muy drogado, pero tenerla ahí,
que esta vez pudiera venir más tiempo, fue bueno, me hacía sentir
bien tenerla cerca.
Me hace sentir bien cómo me mira
cuando me ve fuera del hospital.
Me ayudó a tomar alguna decisión
difícil, en un paseo por el río, sobre seguir o no haciendo algo
que no sabía si iba a ser bueno para mí. Ella no se acordará de
esto, porque no le dije lo importante que fue, pero bueno, ahí
estuvo.
Soy un tipo bastante seco, no suelo dar
muestras de afecto, no sé por qué soy así, pero bueno. Siempre me
he sentido muy cercano a ella, no sé si lo sabe, no creo, pero creo
que somos los más parecidos de los cuatro hermanos, al menos es en
ella en la que veo más cosas parecidas a mi.
Quiero muchísimo a mi hermana Isabel,
llevo prometiéndola que iré a Vichy a pasar unos días con ella y
con mis sobrinos demasiado tiempo, y creo que el mes que viene me
escapo a hacer de tio y hermano un poco.
No voy a decir la edad que tiene,
porque está feo, pero hermana FELICIDADES
No te acostumbres a que diga tantas
cosas buenas de ti.
Isabel no fue la única que estuvo, ni
mucho menos, pero es a la que menos veo, y aunque no se lo diga, la
echo de menos.
Hermana joder, ¡que te echo de menos!
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