Se acaba el calor, o debería al menos
empezar a ser más soportable. Empieza a ser el momento en el que
pueda dedicar más tiempo a curar heridas, a tratar más a fondo mis
limitaciones, intentar otro año luchar contra la frustración de
llevar un ritmo diferente, la mascarilla, las pastillas, el catéter,
sentir que me muevo más despacio, que sólo veo vuestras nucas
delante de mi, recordándome que voy tarde, que al menos sigo aquí,
pero que soy el último en llegar y que aún no puedo ponerme a la
altura.
Se hace más difícil cuando el imput
que recibes del mundo exterior
es como es, deformado, en el que todo es siempre mejor de lo que ha
sido. Me cago en vuestras fotos de vacaciones, me cago en vuestros
submarinismos, vuestros festivales, vuestras noches de fiesta.
Me
cago en la puta vida que no puedo tener, y me cago en que a veces
amargue la que tengo.
Luego
se me pasa.
Se
acaba el calor y se acaban las terrazas, los bares se van a llenar,
la gente va a empezar a expulsar virus con cada tos, estornudo o
beso, voy a empezar a ver gérmenes por todas partes, voy a empezar a
tener miedo, y estoy un poco hasta los huevos de esta sensación, que
poco a poco, creo, me estoy quitando de encima, pero no es fácil.
Odio
el verano, odio el invierno, odio mis defensas deprimidas que me
deprimen y me amargan.
Pero,
siempre hay un pero, empiezan las noches en casa viendo una película,
los días de cines medio vacíos a horas en las que los demás estáis
trabajando, las cafeterías desconocidas con poca gente donde leer,
los paseos abrigado, abrazado, agarrando su culo, los domingos por la
mañana en la cama, tapado, abrazado, agarrando su culo.
Tenía la esperanza de viajar, de ir al
norte, hablar otro idioma durante días, beber cerveza, ver amigos
que hace años que sólo veo a través de una pantalla de ordenador,
y tenía esa esperanza porque en el fondo soy imbécil, un imbécil
optimista aunque vaya de lo contrario, que siempre piensa que en la
próxima revisión le quitarían el catéter, alguna medicina, alguna
limitación, pero no. Todo sigue, más o menos, igual.
Debería estar acostumbrado, debería
ser todo más fácil, ya son casi dos años, ¿o son ya dos años? He
perdido la cuenta.
No puedo evitar sentirme inferior,
diferente, limitado, sentir que os movéis a un ritmo mucho más
rápido que el mío.
No lo puedo evitar, pero intento
hacerlo.
A veces es como si lo que yo no sé expresar pudieras contarlo tú.
ResponderEliminarYo voy a tu ritmo, Big.