He dormido poco, bien, profundamente, pero poco.
Ayer a las doce en punto mi pareja me felicitó y me hizo unos regalos increíbles, como si vivir conmigo y aguantar mis neuras fuera poco regalo. Mi perro, que no tiene ni idea de qué pasa, básicamente porque es un perro y de esto entienden más bien poco, se acercó a que le acariciase antes de meternos en la cama, restregando su cabeza contra mi pierna y mirándome con el hocico muy cerca, su particular versión de un lametón.
Como siempre me sorprendí pensando en lo mismo de todos los años, de todos los cumpleaños desde hace no sólo cuatro años cuando me hicieron el transplante, sino desde los diecinueve, cuando tuve la primera leucemia, y es que, ¡joder!, he cumplido un año más.
Es una sensación complicada la de llegar a una edad a la que sinceramente no creías que llegarías, a la que en tantos momentos te dijeron que no ibas a llegar.
Por esto se me hace raro siempre cumplir años, porque en cierto modo parece una prórroga, un tiempo añadido y otro año más por delante, 365 días de incertidumbre, 52 semanas de planes, sólo 52 semanas, visto así un año parece muy poco.
Me da vértigo, se me acumulan sentimientos que se me hacen bola, me siento solo, luego no, desgraciado, luego feliz, al final es una especie de estupor que hace que no sea capaz de reaccionar con claridad y entonces estoy enfadado y no sé bien dónde o cómo pisar y al final me pongo triste, por no saber sentir otra cosa, luego se me pasa, justo cuando empieza el follón de las felicitaciones y el amor, de darte cuenta de la gente que está contigo y que te quiere.
Cuando has pasado por un trance tan cercano a la muerte, en varias ocasiones, la sensación de sobrevivir es rara, es un sentimiento que tienes todos los días desde que te levantas hasta que te acuestas y que algunos llevamos peor que otros, por ser tan difícil de describir y de sintetizar, por lo que te hace en la cabeza y porque, al menos yo, no sabes donde colocarlo para que no moleste, como esa última caja de una mudanza que se eterniza y que no quieres abrir.
Ya tengo 33 años, hoy, de estos 33 la vida me debe al menos 3 (Manu, vas por mal camino si crees que la vida te debe algo), y sea como sea los tengo que recuperar, empezando por llegar a los 34 con algunos deberes hechos.
Al final supongo que todo se reduce a eso, a hacer los deberes, dejar de preocuparte por "estoy vivo o no", "me lo merezco o no", y simplemente trabajar por aprovechar lo que quede, hacer lo que no has podido hacer, esforzarte y llegar con soltura al siguiente cumpleaños.
Soy un poquito lento sintiendo las cosas y un poquito gilipollas y raro en general, malhumorado y algo payaso, pero ¡eh!, tengo 33 años ya, ¡quién nos lo iba a decir hace 4 años!
2.9.16
12.8.15
Dolor.
Sentir dolor es algo a lo que supongo que todos tenemos el mismo miedo, en mayor o menor medida, pero a todos nos asusta. El dolor es uno de los mayores fracasos de la medicina, o eso dice mi padre, el no haber conseguido nada que lo evite por completo, sólo drogas que lo hagan más llevadero.
El dolor físico agota, desespera, desmoraliza. Cuando es por un tiempo limitado, la idea de un final para este dolor es algo que te hace soportarlo más, cuando es crónico la cosa se vuelve un poco más complicada y requiere de mucha más entereza.
Vivir con el dolor se convierte entonces en una prueba diaria a tu paciencia, y en muchos casos a las ganas que tengas de seguir vivo, cuando el dolor crónico se vuelve extremo, para algunos, la lucha deja de tener algún sentido.
Luego están los "pequeños", y entrecomillo porque a veces no lo son tanto, achaques, de la edad, efectos de una enfermedad de larga duración o secuelas de algún trauma físico. Estos te minan la moral, poco a poco se apoderan de tu perspectiva de las cosas, te levantas y acuestas con dolor, te privan de placeres como comer, dormir, leer, correr, montar en bici, follar. Todo lo bueno del día a día empañado por una capa de dolor, cansancio y tristeza. Que en muchas ocasiones se puede enterrar y no dejar que afecte, pero a la larga en algún momento vas a caer en el agotamiento. Esto siempre pasa.
Lo que sea que funcione, llega un momento en que aceptas cualquier cosa para librarte de él, de ese sentimiento indeseable de fatiga y dolor.
El dolor pasa, o eso dicen, mientras tanto muchas veces no queda otra que apretar los dientes y morder una toalla.
El dolor físico agota, desespera, desmoraliza. Cuando es por un tiempo limitado, la idea de un final para este dolor es algo que te hace soportarlo más, cuando es crónico la cosa se vuelve un poco más complicada y requiere de mucha más entereza.
Vivir con el dolor se convierte entonces en una prueba diaria a tu paciencia, y en muchos casos a las ganas que tengas de seguir vivo, cuando el dolor crónico se vuelve extremo, para algunos, la lucha deja de tener algún sentido.
Luego están los "pequeños", y entrecomillo porque a veces no lo son tanto, achaques, de la edad, efectos de una enfermedad de larga duración o secuelas de algún trauma físico. Estos te minan la moral, poco a poco se apoderan de tu perspectiva de las cosas, te levantas y acuestas con dolor, te privan de placeres como comer, dormir, leer, correr, montar en bici, follar. Todo lo bueno del día a día empañado por una capa de dolor, cansancio y tristeza. Que en muchas ocasiones se puede enterrar y no dejar que afecte, pero a la larga en algún momento vas a caer en el agotamiento. Esto siempre pasa.
Lo que sea que funcione, llega un momento en que aceptas cualquier cosa para librarte de él, de ese sentimiento indeseable de fatiga y dolor.
El dolor pasa, o eso dicen, mientras tanto muchas veces no queda otra que apretar los dientes y morder una toalla.
21.7.15
Que me corten la cabeza.
Si no me enfadase tanto todo, todo el rato, me dolerían las manos de tanto aplaudir las ironías y las mierdas que se me cruzan por delante. Reírme de las estupideces que pasan, que hacen algunos, pero me enfado, porque soy bastante terco.
El verano me está sentando medio mal, la primavera fue mucho más productiva, y el otoño pinta bastante mejor.
¡Qué lleguen ya las noches frescas de chaqueta, dormir tapado y follar sin deshidratarse!
No puedo parar de tener ideas, la mayoría no demasiado buenas, y es que a veces me gustaría saber no pensar en nada, me gustaría haber jugado de pequeño a pensar en no pensar, pero nunca pasó y ahora no sé dejar de hacerlo.
Tres palabras recorren mi mente, rápidas, muy a menudo, no es importante cuáles son, sino la velocidad con la que llegan, se van y el poso que dejan al desaparecer.
Tengo que dejar de tener malas ideas, y de querer todo lo que tenéis vosotros.
Tengo que asumir que otro verano más lo voy a pasar sin bañarme.
El verano me está sentando medio mal, la primavera fue mucho más productiva, y el otoño pinta bastante mejor.
¡Qué lleguen ya las noches frescas de chaqueta, dormir tapado y follar sin deshidratarse!
No puedo parar de tener ideas, la mayoría no demasiado buenas, y es que a veces me gustaría saber no pensar en nada, me gustaría haber jugado de pequeño a pensar en no pensar, pero nunca pasó y ahora no sé dejar de hacerlo.
Tres palabras recorren mi mente, rápidas, muy a menudo, no es importante cuáles son, sino la velocidad con la que llegan, se van y el poso que dejan al desaparecer.
Tengo que dejar de tener malas ideas, y de querer todo lo que tenéis vosotros.
Tengo que asumir que otro verano más lo voy a pasar sin bañarme.
11.7.15
Elbow.
Se me presenta estos días una situación complicada, una decisión en la que podría o no perder mucho.
No es una decisión fácil, si bien tengo claro que de lo que puedo prescindir con ella es algo que nunca he querido tener, no es una situación cómoda este "ahora o nunca".
A mis 31 años, casi 32, se me plantea algo que me puede cambiar totalmente la vida, una decisión totalmente irreversible.
Y la verdad es que no es la primera vez que estoy en una situación complicada, ni mucho menos, por mis manos han pasado documentos de consentimiento que todavía, cuando me recuerdo firmando, me hacen temblar un poco y siento una pequeña nausea de ansiedad.
Me han dicho que podía morir y me he preparado para ello, he aceptado tratamientos experimentales, me he sometido a procesos complejos que podrían haber sido desastrosos y aun así, cada vez, me sigue costando tomar ciertas decisiones. Por suerte todo en su momento salió bien, pero ahora llegan algunos de los efectos secundarios, no tanto a nivel médico, como a nivel vital.
Si bien es cierto que podría dejar al "Manu del futuro" que se encargue de ello posponiendo un año más este percal en el que me veo metido de lleno, quizá sea el momento de, por una vez, pararme en seco y pensar aquí y ahora, qué es lo que debo hacer, ya que el "Manu del pasado" me ha estado dejando este marrón desde hace ya un par de años y es bastante poco agradable.
Así que escucho Elbow, bebo cerveza, y me tiro en la cama, mientras me dicen al oído que "I´m reaching the age when decisions are made" (Me acerco a la edad en la que se toman decisiones).
Y aunque repito esta dinámica de tumbarme y pensar, siempre llego al mismo punto, no quiero dejar esto en las manos del "Manu del futuro", tengo que decidir ya, no puedo procrastinar esto mucho más. Tengo que tomar una maldita decisión.
Así que aquí estoy, arreglándome para salir de casa, bebiendo una segunda cerveza y pensando en qué cojones, mañana ya le daré otra vuelta más.
Elbow- Fly boy blue / Lunette
No es una decisión fácil, si bien tengo claro que de lo que puedo prescindir con ella es algo que nunca he querido tener, no es una situación cómoda este "ahora o nunca".
A mis 31 años, casi 32, se me plantea algo que me puede cambiar totalmente la vida, una decisión totalmente irreversible.
Y la verdad es que no es la primera vez que estoy en una situación complicada, ni mucho menos, por mis manos han pasado documentos de consentimiento que todavía, cuando me recuerdo firmando, me hacen temblar un poco y siento una pequeña nausea de ansiedad.
Me han dicho que podía morir y me he preparado para ello, he aceptado tratamientos experimentales, me he sometido a procesos complejos que podrían haber sido desastrosos y aun así, cada vez, me sigue costando tomar ciertas decisiones. Por suerte todo en su momento salió bien, pero ahora llegan algunos de los efectos secundarios, no tanto a nivel médico, como a nivel vital.
Si bien es cierto que podría dejar al "Manu del futuro" que se encargue de ello posponiendo un año más este percal en el que me veo metido de lleno, quizá sea el momento de, por una vez, pararme en seco y pensar aquí y ahora, qué es lo que debo hacer, ya que el "Manu del pasado" me ha estado dejando este marrón desde hace ya un par de años y es bastante poco agradable.
Así que escucho Elbow, bebo cerveza, y me tiro en la cama, mientras me dicen al oído que "I´m reaching the age when decisions are made" (Me acerco a la edad en la que se toman decisiones).
Y aunque repito esta dinámica de tumbarme y pensar, siempre llego al mismo punto, no quiero dejar esto en las manos del "Manu del futuro", tengo que decidir ya, no puedo procrastinar esto mucho más. Tengo que tomar una maldita decisión.
Así que aquí estoy, arreglándome para salir de casa, bebiendo una segunda cerveza y pensando en qué cojones, mañana ya le daré otra vuelta más.
Elbow- Fly boy blue / Lunette
7.7.15
La historia del tiburón boreal.
El tiburón boreal ronda los siete metros de longitud, se mueve a una velocidad de dos kilómetros por hora y puede llegar a vivir doscientos años.
Es una especie solitaria, que vive en las frías aguas el abismo polar y puede vivir hasta a dos mil quinientos metros de profundidad.
Es un monstruo lento, ciego por culpa de un parásito que le devora los ojos desde que nace hasta que muere, que se guía por su olfato para conseguir alimento y que engulle cualquier cosa que caiga delante de su boca, desde animales vivos hasta carroña.
El tiburón boreal es un treintañero en un after a las doce de la mañana separado de su grupo de amigos.
Es un soltero en un festival en las últimas sesiones de la noche.
Es alguien a quién le ha dejado su pareja y busca en qué agujero meterse, meterla.
He visto más tiburones boreales una madrugada de verano en Madrid que en todos los programas de Discovery.
Todos hemos sido y somos tiburones boreales alguna vez.
Es una especie solitaria, que vive en las frías aguas el abismo polar y puede vivir hasta a dos mil quinientos metros de profundidad.
Es un monstruo lento, ciego por culpa de un parásito que le devora los ojos desde que nace hasta que muere, que se guía por su olfato para conseguir alimento y que engulle cualquier cosa que caiga delante de su boca, desde animales vivos hasta carroña.
El tiburón boreal es un treintañero en un after a las doce de la mañana separado de su grupo de amigos.
Es un soltero en un festival en las últimas sesiones de la noche.
Es alguien a quién le ha dejado su pareja y busca en qué agujero meterse, meterla.
He visto más tiburones boreales una madrugada de verano en Madrid que en todos los programas de Discovery.
Todos hemos sido y somos tiburones boreales alguna vez.
1.7.15
La importancia de lo banal.
Hay cosas que no parecen importantes en su momento, o que no tomas por especiales, únicas, cosas que te pasan desapercibidas cuando las estás viviendo y que no te paras a imaginar cómo sería cuando te prohibiesen hacerlas.
Es algo curioso la "libertad de hacer", es algo que, por lo general, ninguno apreciamos demasiado hasta que notamos que nos falta.
Por ejemplo, hace poco he estado en el Primavera Sound, hacía mucho que no podía ir a un festival, que no me forzaba a mi mismo tanto, tantos días, tantas horas, tanta información.
Ya fui el año pasado, un sólo día, y otro más por la ciudad, estuvo bien, lo recuerdo con muchísimo cariño, por todo, pero esta vez todo era diferente.
No iba solo, para nada, de hecho la compañía no pudo ser mejor, la gente a la que vi, los grupos que disfruté, Barcelona y el Forum, todo genial. Lo viví con intensidad, lo disfruté, saboreé cada concierto, cada cerveza, cada abrazo. Parece una chorrada, pero esa libertad, el poder estar allí, es algo que necesitaba. Pero ese era yo, viéndolo desde la perspectiva de alguien que lo perdió todo y ahora recupera cosas.
Mis amigos, mis conocidos, la gente con la que coincidí allí, todos tenían algo de que quejarse, casi todos. Y es que la gente se queja de todo, todo el rato, con esta sensación de que podrán seguir haciendo lo que les plazca mañana. La gente no le da importancia a las cosas banales, al ahora, porque mañana lo seguirá teniendo, y esto en ocasiones es un error. Yo mismo, aún habiendo estado a punto de morir, todavía sufro y pierdo el tiempo con tonterías, dejo pasar oportunidades y luego me lamento.
Porque, aunque me joda reconocerlo, supongo que yo también soy como todos los demás, y sigo sin darme cuenta de lo importantes que son las cosas hasta que las pierdo. Porque somos unos imbéciles que no sabemos apreciar la libertad que tenemos, hasta que nos la quitan.
Es algo curioso la "libertad de hacer", es algo que, por lo general, ninguno apreciamos demasiado hasta que notamos que nos falta.
Por ejemplo, hace poco he estado en el Primavera Sound, hacía mucho que no podía ir a un festival, que no me forzaba a mi mismo tanto, tantos días, tantas horas, tanta información.
Ya fui el año pasado, un sólo día, y otro más por la ciudad, estuvo bien, lo recuerdo con muchísimo cariño, por todo, pero esta vez todo era diferente.
No iba solo, para nada, de hecho la compañía no pudo ser mejor, la gente a la que vi, los grupos que disfruté, Barcelona y el Forum, todo genial. Lo viví con intensidad, lo disfruté, saboreé cada concierto, cada cerveza, cada abrazo. Parece una chorrada, pero esa libertad, el poder estar allí, es algo que necesitaba. Pero ese era yo, viéndolo desde la perspectiva de alguien que lo perdió todo y ahora recupera cosas.
Mis amigos, mis conocidos, la gente con la que coincidí allí, todos tenían algo de que quejarse, casi todos. Y es que la gente se queja de todo, todo el rato, con esta sensación de que podrán seguir haciendo lo que les plazca mañana. La gente no le da importancia a las cosas banales, al ahora, porque mañana lo seguirá teniendo, y esto en ocasiones es un error. Yo mismo, aún habiendo estado a punto de morir, todavía sufro y pierdo el tiempo con tonterías, dejo pasar oportunidades y luego me lamento.
Porque, aunque me joda reconocerlo, supongo que yo también soy como todos los demás, y sigo sin darme cuenta de lo importantes que son las cosas hasta que las pierdo. Porque somos unos imbéciles que no sabemos apreciar la libertad que tenemos, hasta que nos la quitan.
28.6.15
¿Qué es "casa"?
"Casa" es donde estás seguro, no sólo lo sientes, si no que lo estás. Es donde quieres volver al haberte ido, supongo, “casa” no es una casa, “casa” es hogar, intimidad, compañía, es no estar solo, no sentirse solo, poder respirar tranquilo, ir descalzo, desnudo, como sea.
“Casa” puede ser un lugar cualquiera convertido por alguien en ello. Podría ser yo mismo mi propia “casa”, si no tuviera tanto miedo, si supiera que todo va a ir bien.
Vamos a "casa", me voy a "casa", ojalá.
¿Qué es “casa”?, ¿Dónde está?, ¿Cuándo llegamos?
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